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«Los cuerpos sobre los que experimentan las farmacéuticas luego no se benefician»

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Sonia Shah
Periodista y autora de «Cazadores de cuerpos»

Neoyorkina (1969), esta periodista independiente dedicada a la investigación fijó su última denuncia literaria en el libro recién traducido al castellano ``Cazadores de cuerpos'', donde saca a la luz la falta de ética de las farmacéuticas en muchos ensayos clínicos que llevan a cabo en los países pobres.

Joseba VIVANCO |

África, Latinoamérica, Asia o Europa del Este son las «probetas» que las multinacionales farmacéuticas utilizan para sus ensayos clínicos. Los atropellos que se cometen en aras de la salud de los países ricos son más habituales de lo que se piensa y esta periodista, que ya denunció en su día las prácticas ilícitas de compañías agrícolas o petroleras, pone ahora nombre y apellidos a quienes están detrás de estos «Cazadores de cuerpos», como se titula su último libro. Shah va mucho más allá que Le Carré en ``El jardinero fiel''.

Es de suponer que las industrias farmacéuticas no le mirarán a usted con buenos ojos...

Su política es ignorar a gente como yo. Pero, sin embargo, he tenido noticia de muchas personas que trabajan para ellas y que me han mostrado su apoyo al libro.

¿Por qué era necesario su libro?

Yo comencé a escribirlo como un artículo para una revista, pero comprendí que para hacer justicia al problema, ¿no habría que mirar las implicaciones en los ensayos clínicos rutinarios y no solamente en aquellos casos excepcionales en que se equivocaban? Y por eso necesité el tiempo y la extensión que permite un libro.

Otro libro, ``El jardinero fiel'', abrió muchos ojos sobre las prácticas irregulares de estas compañías. Sin embargo, usted afirma que no muestra toda la realidad del problema.

Tanto el libro como la película requirieron de elementos dramáticos, así que pienso que Le Carré introdujo cambios para conseguirlo. Pero, en realidad, los investigadores implicados en estos experimentos no se sienten asustados ni culpables de lo que hacen. Ellos piensan que hacen lo mejor para sus pacientes, incluso cuando los someten a pruebas. Es la terrible ironía de esta situación.

Hablando de películas-denuncia, nos viene a la memoria otra titulada ``Diamantes de sangre''. ¿Es exagerado hablar de «fármacos de sangre»?

Es una pregunta interesante. En realidad, todas las medicinas son «fármacos de sangre». Como un investigador del VIH dijo una vez, «aprendemos trepando por encima de cadáveres». La elaboración de medicamentos para los ricos del planeta con ensayos entre los pobres del mismo planeta es mucho más grave que un simple error. Y, además, los cuerpos sobre los que se experimenta raramente se benefician luego de esas investigaciones. Se hacen cosas que en la sociedad occidental no se permitirían.

Usted afirma irónicamente que nunca las industrias farmacéuticas han prestado tanta atención a los pobres del mundo...

En Sudáfrica, no lejos de Ciudad del Cabo, están los modernos laboratorios de Boehringer Ingelheim. En India, en el moderno edificio de Novartis, cerca de las villas miseria de Mumbai, se elaboran nuevos medicamentos. También se han asentado en este país otros competidores como Pfizer, GSK o Astrazeneca... ¿Vienen a curar las enfermedades de los pacientes pobres que hacen cola delante de sus modernas clínicas? O, en realidad, ¿se instalan allí para llevar a cabo sus experimentos? En 2006, más de la mitad de las pruebas terapéuticas de GSK tuvieron lugar fuera de los mercados occidentales. Bulgaria, Zambia, Brasil, India... Se habla de miles de pruebas clínicas «deslocalizadas».

¿Tan fácil les resulta a estas compañías llevar a cabo ensayos clínicos en países pobres?

Allí es más barato y hay más gente para probar. Pero uno de los problemas más grandes es la carencia de transparencia. Es muy difícil para periodistas, activistas, pacientes o cualquiera en la comunidad, averiguar y entender qué es lo que pasa con el desarrollo de las medicinas y los ensayos clínicos. Hay mucho secreto y también una enorme barrera de lenguaje técnico, entre otras cosas. Tenemos que saber qué está pasando, pero no es fácil hacerlo público.

El Premio Nobel de Medicina de 1993, Richard Roberts, afirmó hace poco que a las farmacéuticas no les interesa buscar la curación. ¿Lo comparte?

No estoy segura de esa cita, pero hay un dicho conocido que afirma que estas compañías no están interesadas en curar los dolores de cabeza si ellas pueden seguir vendiendo pastillas. Mire, la malaria golpea a cientos de millones de personas al año, pero la mayor parte de ellos gana menos de un dólar por día. Y resulta que la punta de lanza de la medicina para combatir esta enfermedad es un remedio chino de hace mil años. Mientras tanto, tenemos montones de medicinas para la artritis porque eso afecta a los viejos ricos que tienen dinero para pagar esas medicinas... Y por si fuera poco, estas compañías se han especializado en crear necesidades médicas entre la gente de los países ricos como el colesterol, los antihistamínicos, la hipertensión o el Prozac.

 

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