Juanjo Basterra Periodista
Sangre obrera, ¿a quién le importa que se derrame?
Los datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre la siniestralidad laboral y las enfermedades profesionales derivadas del trabajo no dejan ningún tipo de duda: el trabajo mata. Cada 15 segundos fallece un trabajador en el mundo y otros 160 tienen un accidente o enferman. En Euskal Herria fallecieron en 2007 un total de 125 trabajadores y 112 más en 2008. En estos primeros meses de 2009 son 21 los trabajadores que han perdido la vida. Es una sangría humana con la que se puede terminar, pero ¿por qué no se lleva a la práctica? Es la pregunta del millón y la respuesta es de perogrullo: quienes nos deben defender, es decir las administraciones públicas, son sumisas a los intereses de muchos empresarios que no practican la seguridad y la salud en el trabajo porque no está en juego su vida, sino la de un simple obrero, dicho con todo el respeto del mundo. La sangre obrera no les inquieta. No es problema: si cae uno, se pone a otro, hay tantos que no importa. La realidad es así de dura y dramática.
Desde que entró en vigor la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, los accidentes de trabajo han disminuido tan poco que es irrisorio y se mantiene entre las empresas de nuestro pueblo una media de algo más de 115 muertos por año. Lamentable. De la ley, qué se puede decir: que se incumple sistemáticamente, precisamente apoyada en la desregulación del mercado de trabajo.
Mañana se conmemora el Día Internacional de la Seguridad y la Salud en el Trabajo. Seguro que usted piensa igual que yo: cada vez que se instituye un día de estos es porque algo falla. Así es. La verdad es que deberíamos poner más atención y reivindicar que prime la seguridad y la salud en los centros de trabajo. Está en juego nuestra salud y nuestra vida. Mañana puede ser tarde.
También tenemos que olvidarnos de caer en los cebos que nos ponen los empresarios. Algunas empresas compensan a los trabajadores que no caen de baja temporal con comidas e, incluso, conozco una empresa que intentó rifar un vehículo si la tasa de siniestralidad se reducía en la empresa al cabo de un año. Es obligación del empresario garantizar la seguridad y la salud.