La primera ministra de Islandia, Johanna Sigurdardottir, logró acabar con la hegemonía del conservador Partido de la Independencia. Con el 100% de los votos escrutados, logró el 49,7%, lo que se traduce en 34 de los 63 escaños del Parlamento.

La Alianza Socialdemócrata ganó con el 28,8% y 20 escaños, dos más que en 2007, mientras que su aliado, el Movimiento de Izquierda Verde obtuvo el 20,9% y 14 diputados, cinco más.

Los conservadores perdieron un tercio de sus votos y 9 diputados, quedándose con 16. El electorado castigó la política neoliberal que mantuvo en sus 18 años ininterrumpidos en el poder. Política que propició la grave crisis económica que en octubre colapsó el sistema bancario y colocó al país al borde de la bancarrota.

El resultado supone un triunfo personal para Sigurdardottir, de 66 años y casada con una mujer periodista desde 2002. Es la primera jefa de gobierno abiertamente homosexual.

«Nuestro tiempo ha llegado», dijo de madrugada en la sede de la Alianza, parafraseándose a sí misma. Al perder las elecciones internas en 1994, se despidió anunciando en islandés que su «tiempo» llegaría.

En su primera comparecencia interpretó los datos electorales como una claro mensaje de que los islandeses empiezan a apoyar el ingreso del país en la UE. Durante la campaña, dejó claro que abrirá negociaciones con al UE «lo antes posible», aventurando que habrá un referéndum en 2010 y que Islandia podría adoptar el euro en cuatro años. Pese a su optimismo, la tarea no es fácil. Los Verdes se oponen a la entrada en la UE, aunque han aceptado una consulta popular. Los sondeos realizados el mes pasado apuntaban una clara mayoría a favor de iniciar conversaciones, si bien los partidarios del ingreso no llegan al 40%.

El miedo a los efectos sobre la agricultura y, especialmente, la pesca, que supone el 70% de las exportaciones, así como el deseo de mantener su independencia, juegan un papel importante en contra del «sí».

Otra de las tareas difíciles del Gobierno será reorganizar su sistema bancario -nacionalizado en octubre-, negociar con los acreedores extranjeros, solucionar el problema del paro y aplicar un austero programa económico consensuado con el Fondo Monetario Internacional para reducir la inflación y la gigantesca deuda.