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Probablemente no. O sí.

Ines INTXAUSTI | Crítica de televisión

Si hubiera un terremoto en Italia todo el mundo querría información acerca de ello. Si Obama fuera a hablar de Cuba a Latinoamérica, también. Si aparecieran 200 nuevos muertos en una guerra rutinaria en Oriente Medio, por supuesto. La gente entraría en Internet en busca de noticias para ampliar el conocimiento de los hechos. Pondría en marcha Youtube para comprobar a través de la imagen la magnitud de lo ocurrido, etcétera. Pues nada de eso ocurre hoy en día porque los posibes hechos que menciono en precondicional ya han ocurrido y nadie ha hecho lo más mínimo por enterarse a través de la gran red de lo sucedido. Lo que sí ha resultado de interés universal, sin embargo, es la patética vida en directo de la Octomam norteamericana, la actuación de una señora entrada en carnes con una voz angelical de Inglaterra. Pasadas imágenes de Jade Goody también en United Kingdom -dónde si no- y otras que no voy a perder el tiempo en escribir por absurdas. No quiero hacerme eco de la nada (hoy). Sé que no les resulta extraño, como no me resulta a mí, desgraciadamente. Por lo visto millones de personas quieren saber cómo come, duerme, echa la siesta, se limpia los dientes Nadja Suleyman. Una mujer persamericana que ha obtenido a través de la donación de esperma y la fecundación artificial, la nada desdeñable cifra, como premio, de 14 hijos en 7 partos. Ha patentado la palabra octomam para ella y empezado a cobrar por cada gesto post-parto. Para controlar -el gesto- le ha operado un cirujano con una foto en la mano de Angelina Jolie, consiguiendo un aspecto labial en la boca y en la nariz casi exacto a la de la señora Pitt que no sale del asombro ni de casa.

No sé si es tarde ya para preocuparse de una sociedad cuyas preocupaciones son éstas y no otras. Ver la televisión ya no es pecado sino milagro. Entre castaña y castaña a veces puedes encontrar un turullo o zurullo como el que se comía Divine en Pink Flamingos. Pero Divine era un señor respetable de Baltimore que vestía apretados vestidos color Rosa Díez.

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