La exitosa teleserie de la BBC “State of play” aporta los mimbres necesarios para desarrollar un contundente thriller político cuya traslación de Londres a Washington resulta tan efectiva como reconocible para el público en general. Más allá de los puntos de coincidencia con la referencial “Todos los hombres del presidente”, “La sombra del poder” se muestra como un producto con empaque narrativo y fuerza visual, dos elementos fundamentales a la hora de adentrarnos en la trastienda política de esta realización muy bien planteada por un Kevin Macdonald que ha apostado por un estilo nervioso que, tal y como ha quedado demostrado en la trilogía Bourne, se acopla a la perfección a este modelo cinematográfico y que en este caso concreto, tiene uno de sus puntos más logrados en la escena del asesinato en el hospital.

 

Por otro lado, la trama guarda un buen puñado de aciertos creativos y una declaración de intenciones encaminada a dignificar la labor del periodismo de tinta abocado a su eclipsamiento ante los nuevos modelos periodísticos. Dicho planteamiento queda personificado en el duelo que entablan unos excelentes Russell Crowe y Rachel McAdams.

 

El primero recupera su poderosa presencia metiéndose en la piel de un curtido periodista cuyo estilo en absoluta se acopla a las nuevas corrientes comunicativas que apuestan por el show o Internet y la segunda se muestra como una abanderada de las novedosas conductas informativas.

 

Para completar el excelente elenco interpretativo, se ha incluido a un Ben Affleck que ha demostrado en todos sus últimos registros una gran madurez y una Helen Mirren siempre efectiva. Los complots y sobresaltos se suceden a lo largo de un metraje bien estructurado y animado que apunta directamente hacia los oscuros rincones de la alta política. “La sombra del poder” es, en resumen, un thriller interesante y entretenido que saca a relucir lo que siempre se intuye tras un titular o una imagen que, no siempre, vale más que mil palabras.