SEGUNDA El equipo de Lillo suma los mismos 53 puntos que llevaba la pasada temporada tras 34 jornadas
La Real sufre para ganar un partido que tenía encarrilado
Abreu y Aranburu adelantaron a los blanquiazules en el primer tiempo. Un tanto de Camacho y la expulsión muy rigurosa de Markel le llevaron a encerrarse atrás y aguantar con agonía el acoso del Huesca.
S. D. HUESCA 1
REAL SOCIEDAD 2
Joseba ITURRIA | DONOSTIA
La Real apeló a su espíritu de sacrificio para lograr una victoria similar a la conseguida en Las Palmas. El triunfo no alimenta mucho las esperanzas de ascenso porque, a ocho partidos para el final, los dos primeros siguen a trece puntos reales y el tercero a nueve. Pero sí ayuda a dejar satisfecha a una afición txuriurdin ejemplar que volvió a estar representada por más de medio millar de aficionados en El Alcoraz y que se merece que el equipo sufra y trabaje como ayer.
La Real suma 53 puntos, los mismos que el año pasado a estas alturas. El problema es que esta temporada para ascender parecen necesarios unos 75 puntos -que es el promedio del Zaragoza- y hay que ganar todos los partidos para alcanzar los 77. Parece una utopía llegar a esa cifra, pero es importante que haya opciones matemáticas el máximo tiempo posible y acabar la Liga con la mayor puntuación.
Para ello será necesario que la Real sufra como en Huesca y juegue mejor. Porque si ante el Tenerife mereció mucho más, ayer marcó en sus dos únicos disparos y jugó muy mal en la segunda parte. Como es habitual, el equipo baja su nivel tras los descansos, aunque el partido de ayer estuvo condicionado por la enésima decisión arbitral injusta con la Real. Como en Las Palmas, Markel fue expulsado de manera muy rigurosa y, como en las Islas, eso empujó a su equipo a replegarse en exceso y a sufrir más de lo necesario.
Si el primer tiempo fue apañado -aunque sólo se acercó al área rival en dos goles que llegaron como consecuencia de graves errores locales, controló el partido y no sufrió en defensa- en el segundo retrasó mucho sus líneas, no mantuvo el balón diez segundos seguidos en su poder y sólo el desacierto local y un penalti no señalado sobre Roberto permitieron a la Real lograr la victoria en Huesca.
El octavo gol de Abreu
Un triunfo que se cimentó en un primer tiempo en el que los goles llegaron en dos acciones en las que los defensores y el portero local estuvieron muy desafortunados. En la primera Abreu marcó su octavo gol en once partidos disputados como titular. Vio adelantado a Eduard y le superó con un gran disparo lejano ante el que el portero oscense no supo reaccionar.
A partir de esa acción la Real empezó a controlar el partido, con mucha posesión de balón apoyada en los centrales porque el Huesca sólo presionaba cuando los blanquiazules superaban el centro del campo. Esa tendencia se agudizó tras aprovechar su segunda aproximación en una jugada en la que Markel rompió desde la segunda línea, dio el balón a Marcos para que centrara con el exterior, Corona falló en un despeje claro y el balón golpeó en el cuerpo de Aranburu, que marcó a la media vuelta y con la ayuda de la fortuna su cuarto gol en los ocho últimos encuentros que le sitúan como segundo máximo realizador del equipo realista.
Ese gol simbolizó la diferencia entre el partido del Tenerife y el de Huesca. Si ante los canarios el azpeitiarra realizó cuatro disparos, dos de ellos en posiciones claras y no acertó, ayer marcó en su única opción y se volvió a premiar su decisión al pisar área y cubrir el déficit goleador de los jugadores adelantados.
Con ventaja en el marcador, la Real controló el partido, no llegó con peligro nunca a la portería de Eduard, pero tampoco el equipo local tuvo más opciones que un remate con la izquierda de Rubén Castro en la parte final del primer tiempo. El Huesca atacaba sistemáticamente por su banda derecha, por la que entraban Robert, Sastre y Rubén Castro, ante los que Mikel González mantuvo el tipo.
Pero todo cambió en el segundo tiempo porque el Huesca se metió en el partido enseguida con un gol que no se debe conceder. Con cuatro centrocampistas por dentro no se puede dejar tan descuidada esa zona central clave desde la que remató Camacho a placer. Seguidamente Lesma López condicionó el partido con una expulsión de Markel desproporcionada ante la que la Real no reaccionó bien.
Para defender no es un hándicap tan grande jugar con uno menos. Se pueden mantener dos líneas de cuatro igual que con once. De hecho, Lillo pasó a un 4-4-1 acertadamente, pero la línea defensiva se metió en el área, con Rivas casi como un central más, y eso mandaba a todo el equipo diez metros más atrás de donde debía. Ese repliegue permitió a Jonan García jugar sin oposición en posiciones centrales cercanas y además el Huesca recuperaba todos los despejes porque había situaciones en las que hasta Agirretxe estaba cerca del área.
En esa dinámica tan peligrosa de acoso oscense e incapacidad blanquiazul para mantener el balón, la Real tuvo la suerte de que Rubén Castro y Roberto no acertaron en sus opciones, aunque el delantero fue agarrado por Gerardo en una jugada que pudo ser sancionada con penalti. La agonía realista se incrementó en los también exagerados cinco minutos en los que alargó el partido el árbitro, con los 21 jugadores metidos en el área realista porque hasta el portero Eduard subió a rematar los dos últimos corners.
La Real regresó anoche en autobús tras el partido, descansará hoy y mañana volverá al trabajo a las once en Berazubi en uno de los entrenamientos programados en los campos de todo Gipuzkoa dentro de los actos de conmemoración por el Centenario de la entidad.
Por ahora no se ha comunicado el horario del próximo partido con el Celta en Anoeta, aunque puede jugarse el sábado a las 18.30 y lo daría ETB. El Celta está en problemas, marca la salvación con 40 puntos y ayer dejó escapar dos. Ganaba por 2-0 al Levante y al final empató a dos.
Juanma Lillo destacó que «hemos hecho los goles antes que los méritos, lo contrario de la semana pasada, cuando hicimos muchos méritos y no hicimos goles. El fútbol tiene estas cosas. Ojalá durante todo el torneo se hubieran compensado méritos y goles como la semana pasada y ésta, porque otro gallo estaría cantando ahora».
También comparó el buen partido sin premio del Tenerife con el malo triunfal de ayer al decir que sus jugadores estaban «alegres, pero no están satisfechos. La semana pasada la satisfacción era interior, pero no se puede estar contento y alegre porque pierdes y había una tristeza que superaba a esa satisfacción interior».
De cara al futuro señalaba que «sólo se puede ir partido a partido y no caer en la distracción de lo que hay detrás de la meta. A ver si ganamos ahora al Celta, un gran equipo que lo está pasando mal y no será fácil. Lo único que podemos hacer es ganar al Celta. De las consecuencias uno no se puede hacer responsable, sí de sus actos, vamos a ir dejando que las cosas se den, en el fútbol se han visto cosas más difíciles».
Sobre la expulsión de Markel, dijo que «me parece desmesurada, como mucho es amarilla y si ves el vídeo hay contestación de Luis Helguera que se queda sin sanción, algo curioso por parte del árbitro».
También se quejó del arbitraje, el técnico local Antonio Calderón, que dijo que «al Huesca es muy fácil pitarle. Ha habido un par de penaltis claros en el área de la Real y ha añadido cinco minutos, se ha producido un cambio y no ha alargado lo que se debía». También admitía los fallos propios porque «si cometemos los dos errores de los goles ante un rival de mucha entidad, le haces a la Real de Primera, pero tras el descanso nos la comimos».