Asier VELEZ DE MENDIZABAL

Los profesores, alumnos, padres y madres y personal no docente de la Ikastola Iñigo Aritza de Altsasu tienen motivo para estar contentos. Y es que ser el primer centro europeo en recibir un sello de calidad docente no se consigue todos los días. Se trata del denominado Proyecto de Calidad Integrado (PCI), ideado para la enseñanza por la Fundación Horreun y por la Universidad de Deusto.

Si bien algunos colegios están trabajando ya para conseguirlo, la ikastola altsasuarra ha sido el primer centro docente del viejo continente en lograr tal galardón. «Es un modelo preparado, gestionado y aplicado por profesionales de la educación y enfocado en exclusiva para la enseñanza. Hay que tener en cuenta que ha sido elaborado por prestigiosos catedráticos especializados en la labor educativa, como por ejemplo Manuel Álvarez», explica la directora Esther Garaialde, que dirige y coordina esta escuela que cuenta con 400 alumnos y 52 trabajadores, entre personal docente y no docente.

Y es que precisamente la participación y la implicación de todos en las tareas y tomas de decisiones importantes del centro es uno de los aspectos que más primaron desde la dirección cuando, en el año 2002, decidieron implicarse en ese proyecto. «Lo que más valoramos fue que este método promueve la implicación de todos los agentes en el día a día de la escuela, así como en la decisiones y la estrategia a seguir a medio y largo plazo. Esto refuerza el sentimiento de grupo y el compañerismo entre los trabajadores, ya que todas las partes sienten que son parte implicada en el devenir del centro, y por tanto se alegran cuando las cosas van bien y se entristecen cuando los resultados no son los esperados», detalla la directora.

Además, Garaialde hace hincapié en que con este modelo de trabajo se fomenta la «educación integral», dado que «más allá del ámbito académico de los alumnos, se toma muy en cuenta su entorno familiar y personal, potenciando así también su educación personal».

La primera fase de este proyecto se acometió hace siete años con la etapa de formación y sensibilización, a la que siguió la fase de autoevaluación. Lo que se buscaba en estas primeras etapas era hacer un profundo análisis sobre las características del centro, detectando puntos fuertes y lagunas.

Grupos de trabajo

Una vez obtenido el resultado del autodiagnóstico, trabajadores y padres y madres se dividen en siete grupos de trabajo que analizan y deciden los objetivos para un año o la elaboración del plan estratégico a cuatro años. «Si bien es cierto que hay algunas decisiones las toma la dirección del centro, la mayoría se adoptan de manera consensuada entre todos los agentes de la escuela», destaca la directora de la ikastola altsasuarra. No obstante, este método de trabajo no se puso en marcha hasta el curso 2007-2008, año en el que se presentó la acreditación para optar a este distinguido galardón.

«Un equipo de auditores vino a la ikastola y estuvo tres días observando la actividad diaria del centro. Poco después, supimos que nos habían concedido la acreditación», afirma orgullosa Garaialde, quien explica que en total dieciseis centros de Euskal Herria y otros dieciseis del Estado español y Latinoamérica trabajan ya con este nuevo modelo, aunque todavía no cumplen los requisitos necesarios para hacerse con el certificado que expide la Fundación Horreun.

La ceremonia de entrega de este sello de calidad tuvo lugar el pasado 24 de abril en el cenro cultural Iortia de la capital del valle de Sakana, en un acto al que, como no podía ser menos dada el modelo del centro, asistieron decenas de vecinos y autoridades.