Bombas estadounidenses provocan una nueva masacre de civiles afganos
Un centenar de afganos, la mayoría civiles, murieron entre el lunes y el martes durante los combates y bombardeos estadounidenses mientras se refugiaban en sus viviendas de los enfrentamientos registrados en Bala Buluk, en la provincia de Farah, entre las tropas regulares con apoyo de la aviación de la OTAN y la insurgencia talibán. Cruz Roja encontró decenas de cadáveres en tumbas recientes y entre los escombros de las casas destruidas por las bombas.
GARA |
Aviones estadounidenses bombardearon el lunes dos poblaciones del distrito afgano de Bala Buluk, en la provincia de Farah, durante los combates mantenidos en los últimos días por las tropas ocupantes bajo el mando de la OTAN contra los insurgentes talibán. Al menos cien personas, la mayoría de ellas civiles y entre ellas muchas mujeres y niños, murieron como consecuencia del ataque, según un alto responsable de la Policía afgana.
Los habitantes del lugar se refugiaron en sus casas, que fueron destruidas por las bombas. «Más de 100 personas murieron en la operación en el distrito Bala Buluk», anunció Abdul Ghafar Watandar, el comandante de la Policía de la provincia de Farah, quien agregó que la investigación para saber el número exacto de víctimas civiles continúa.
El general estadounidense David McKiernan, al mando de las fuerzas ocupantes de Afganistán, afirmó anoche que en los combates y bombardeos habían muerto 25 talibán y un número indeterminado de civiles.
Jessica Barry, portavoz del Comité Internacional de Cruz Roja (CICR), aseguró a France Presse que decenas de personas, muchas de ellas mujeres y niños, habían muerto en los bombardeos. Afirmó que «nuestros equipos desplazados al vieron el martes in situ los cuerpos de decenas de personas muertas en cada una de las poblaciones bombardeadas. La mayoría de las casas de la zona afectada quedaron reducidas a escombro», y añadió que «uno de nuestros colegas de la Media Luna Roja afgana falleció junto a 13 familiares en esos bombardeos».
Las primeras imágenes difundidas ayer, mostraban a los lugareños cavando tumbas para enterrar a sus muertos y retirando los escombros de las casas de adobe derruidas. Berry indicó que «había cadáveres, había tumbas nuevas -unas doce- y personas enterrando cadáveres cuando llegamos». «Confirmamos que había mujeres y y niños», sostuvo.
El gobernador de Farah, Rohul Amin, no confirmó el número de víctimas, porque, según dijo, «la zona bombardeada está controlada por los talibán y no somos capaces de saber más», aunque antes había informado de la muerte de una treintena de insurgentes y de civiles. Según su versión, los talibán se habían hecho fuertes en los últimos dos días en Bala Buluk, donde atacaron dos poblaciones y mataron a varios civiles acusados de espiar para el Gobierno de Kabul y las fuerzas ocupantes y a tres policías antes de la intervención del Ejército afgano con apoyo de la aviación de la OTAN.
«Refugiados entre civiles»
La versión oficial agrega que la fuerza conjunta invasora atacó a los insurgentes, que se habían «refugiado en las viviendas de civiles», algunas de las cuales quedaron completamente destruidas por las bombas, «causando víctimas civiles». El gobernador señaló que desde esos refugios, los talibán atacaron a las fuerzas regulares afganas.
Las tropas extranjeras en Afganistán matan regularmente civiles en los combates y bombardeos contra la insurgencia, lo que provoca la indignación de la población afgana y de las autoridades. Ayer, el presidente afgano, Hamid Karzai, que ordenó una investigación, volvió a calificar de «inaceptables» las víctimas civiles, pero poco más.
La difusión de la noticia coincidió con su visita y la del presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari, con su homólogo de EEUU, Barack Obama, en Washington, a quien Karzai tenía previsto plantear esta cuestión. Antes, se reunieron con Hillary Clinton, secretaria de Estado estadouni- dense, quien expresó su «profundo pesar» por lo sucedido.
EEUU, cuyo Ejército participa en la investigación conjunta sobre lo ocurrido, dijo lamentar «profundamente» cualquier «daño o pérdida de vidas inocentes como consecuencia de operaciones en la que sus tropas están involucradas». El portavoz adjunto del Departamento de Estado, Robert Wood, afirmó que «EEUU toma precauciones para evitar pérdida de vidas entre los civiles, así como las fuerzas afganas e internacionales durante las operaciones contra los insurgentes y terroristas».
2.118 civiles murieron en 2008 en Afganistán a causa de conflicto, según cifras de la misión de la ONU en el país. Las tropas afganas e internacionales fueron responsables de la muerte de 828 de ellas, un 64% de las cuales fallecieron en ataques aéreos.
El bombardeo de la aviación estadounidense con mayor número de víctimas entre la población civil -a falta de confirmarse la cifra de fallecidos en Bala Buluk- es el que tuvo lugar en agosto de 2008 en Aziz Abad (Herat), donde murieron 90 personas, 60 de ellas menores de edad.
EEUU intensificó ayer su presión sobre Afganistán y Pakistán para que unan sus fuerzas en la lucha contra la insurgencia talibán durante el encuentro a tres bandas en Washington, una «minicumbre» sin precedentes que reunió a Barack Obama, Hamid Karzai y Asif Ali Zardari. Durante la reunión, Obama obtuvo de sus homólogos el compromiso de superar sus viejas y mutuas sospechas para combatir juntos.
Obama ha hecho de la lucha contra los talibán en el noroeste de Pakistán una de sus prioridades para la estabilidad de Afganistán. Sus misiles atacan a menudo zonas tribales paquistaníes fronterizas y Pakistán están pagando caro su apoyo a EEUU. El presidente de EEUU expresó el «compromiso duradero» de su Gobierno para derrotar a la Al Qaeda y apoyar a los Gobiernos democráticos de Afganistán y Pakistán. Obama habló así en el atrio de la Casa Blanca tras sendas reuniones por separado con los líderes de ambos países, Hamid Karzai y Asif Zardari, respectivamente, y una cumbre trilateral.
Aseguró que las reuniones, cuyo objetivo era reforzar la cooperación contra los talibán en la frontera, pero también la colaboración en los ámbitos comercial y agrícola, han sido «muy productivas». Según afirmó, «el camino por delante será difícil, habrá más violencia y pasos atrás pero tenemos un compromiso duradero para derrotar a Al Qaeda y apoyar a los gobiernos democráticos de Pakistán y Afganistán». Ese esfuerzo, prometió, será «sostenido».
Tras una encuentro previo de Karzai y Zardari con la secretaria de Estado, Hillary Clinton, ésta declaró «hemos hecho de esto una causa común, porque se enfrentan a un enemigo común».
El Ejército paquistaní informó ayer haber matado al menos 64 talibán en el curso de varios enfrentamientos en el valle de Swat y en el distrito de Buner, noroeste del país, en los que también murieron dos soldados. Estos combates, los más violentos desde el acuerdo de alto el fuego firmado en febrero y que se aplicó en Swat y seis distritos vecinos, han provocado desde el martes el desplazamiento de 40.000 personas, pero las autoridades locales advierten de que esta cifra puede verse incrementada hasta el medio millón.
Según el Ejército, 37 milicianos murieron en Swat, 35 de ellos en el interior de una mina de esmeraldas que los talibán habían ocupado, y 27 más en Buner, y un cuartel de los insurgentes próximo a Mingora -la ciudad más importante del valle- fue destruido. Los dos soldados fallecieron al explotar una bomba.
La ofensiva militar comenzó hace once días en Buner y Lower Dir. Desde entonces, el Ejército asegura haber matado cerca de 160 talibán en Buner, 90 en Lower Dir y unos 40 en Swat.
El portavoz militar, Athar Abbas, que dijo no poder confirmar la muerte de civiles -35, según el canal Dawn TV- insistió en que la ofensiva es la respuesta a los ataques insurgentes y que no significa la ruptura de la tregua. Pero el portavoz insurgente Muslim Khan, declaró que «el Ejército ha empezado una operación en Swat» y añadió que «el acuerdo de paz está muerto». Khan, que se jactó de que los insurgentes controlan el 99% del valle, denunció que los militares «han matado muchos civiles» y admitió que sus fuerzas mataron un civil y sufrieron dos bajas mortales.
Las autoridades decretaron el toque de queda en Mingora mientras el Ejército atacaba la ciudad para expulsar a los talibán, que habían tomado varios edificios oficiales.
Responsables de la Administración local y fuentes de la ONU cifraron en 40.000 las personas que han huido de Mingora desde el martes, aunque señalaban que el número podría ser mayor. Cientos de miles han dejado el lugar desde el pasado agosto, cuando se empezaron a suceder los combates. Además, advirtieron de que unas 500.000 personas podrían dejar el valle, habitado casi dos millones.
El ACNUR ha instalado en la zona tres campos adicionales para los nuevos desplazados.