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El Ayuntamiento de Bilbo avala su proyecto para el mercado de la Ribera

El Consistorio bilbaino informó ayer de que su Comisión de Patrimonio avala la decisión de no reconstruir el ábside del mercado de la Ribera próximo a la iglesia de San Anton. La noticia no sorprendió a nadie, especialmente a aquellos que trabajan por que se respete el diseño del arquitecto Pedro Ispizua; la calificaron de «gesto de prepotencia».

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Agustín GOIKOETXEA

El concejal delegado de Obras y Servicios, el jeltzale José Luis Sabas, compareció ayer ante los medios de comunicación para anunciar que la Comisión de Patrimonio del Ayuntamiento de Bilbo avala el proyecto de reconstrucción del mercado de la Ribera, en el que desaparece el ábside junto a la iglesia de San Anton.

La noticia no sorprendió a los defensores del patrimonio arquitectónico de la villa. El arquitecto Iñaki Uriarte manifestó que la Comisión está integrada por funcionarios y representantes de la Universidad de Deusto «que se pliegan siempre a los intereses municipales» y que «está desacreditada en términos culturales».

«Es un acto de demostración de fuerza, en su afán por falsificar un edificio y plegar la reconstrucción a sus intereses», añadió. Uriarte resaltó que la última palabra la tiene el Departamento de Cultura del Ejecutivo de Lakua, una vez que la emblemática plaza de abastos se inserta en el conjunto monumental del Casco Viejo bilbaino. Este defensor del patrimonio insistió en que «Sabas sabe que hay una carta de la anterior consejera, la señora Miren Azkarate, al alcalde en la que desaconsejaba tal intervención».

En su comparecencia, Sabas aseguró que el Ayuntamiento no tenía porque someterse a esta Comisión, ya que la entidad competente es otra sociedad municipal, Surbisa, encargada de la rehabilitación del Casco Viejo. El responsable de Obras y Servicios informó que se reconstruirá el mercado siguiendo el «proyecto original» de Pedro Ispizua de 1927, «que se vio obligado a cambiar por impoderables de la época». Uriarte incidió en que éste fue un boceto que el arquitecto bermeoarra fue modificando hasta diseñar un edificio con dos ábsides, uno en San Antón y otro en La Merced.

A pesar de que Sabas habló de respetar la idea original de Ispizua, lo que busca la institución que preside Iñaki Azkuna es ganar un espacio de 1.700 metros cuadrados junto a la iglesia para «dignificar» el entorno del emblemático templo, icono de Bilbo. Además, se persigue mejorar la accesibilidad a la infraestructura comercial y crear «una nueva entrada de gran valor estético».

Respecto al nuevo espacio que se libera, el concejal, uno de los hombres de confianza de Azkuna, subrayó que «será definido con mimo y en coordinación con la Diputación para tratar con el máximo respeto la iglesia de San Anton, una de las construcciones emblemáticas y fundacionales de la villa».

«La rueda de prensa de hoy [por ayer] es una demostración de la forma en la que actúa el Ayuntamiento para tratar de falsificar un edificio», declaró Iñaki Uriarte. Este profesional señaló que el Colegio de Arquitectos está aún a la espera de que el Consistorio le remita una copia del informe de Labein sobre la estructura del mercado, base sobre la que se justifica la reconstrucción.

«No hay transparencia. Aunque el informe de Labein revela deficiencias, puede que no sea necesario tomar una decisión tan radical», apostilló Uriarte. Comentó que el Colegio baraja la posibilidad de encargar otro estudio ante la entidad de «ataque» al patrimonio que, a su juicio, supone derribar la plaza y reconstruirla.

Mientras, los defensores del patrimonio y los propios comerciantes de la Ribera aguardan a que se les facilite una copia del estudio técnico de Labein. Los comerciantes, según relata Marcos Fernández, han presentado repetidas alegaciones y recursos de reposición sin conseguir tener acceso al documento; han llegado a pedir la intercesión del Ararteko. «Hay mucho oscurantismo y ello hace crecer la sospecha de que se oculta información o no se quiere dar la opción a que se propongan otras alternativas», manifiesta Uriarte.

«El Ayuntamiento está marcando el ritmo y sospecho que aprovechará el verano para derribar el edificio. Los ciudadanos seremos otra vez víctimas del síndrome de agosticidad, ya que se nos cogerá desprevenidos frente a una operación muy bien planificada por los responsables municipales», denuncia. La mayoría de los comerciantes no oculta su preocupación por la «falta de información y de transparencia».

Quejas por la discriminación hacia algunos comerciantes

Comerciantes del mercado de la Ribera denunciaron ayer el «trato discriminatorio» que el Ayuntamiento de Bilbo les está dispensando a la hora de repartir los puestos provisionales mientras duren las obras. Los afectados creen que se prima a una minoría, la que apoya sus planes, mientras «castiga» a aquellos que han mantenido y mantienen una posición crítica. «Es un abuso de autoridad», subrayan.

Felipe del Val, que regenta un puesto de frutas a sus 50 años y que lleva desde niño en la plaza, denuncia que quieren reducir su mostrador de 8 a 1,8 metros. «De este negocio vivimos una familia. ¿Dónde voy a vender las 3 ó 4 toneladas de género que vendo?», señaló. Por las dimensiones, sólo podrá instalar una de las dos básculas que tiene y los tres vendedores se quedarán en uno.

«He hablado con la abogada del Ayuntamiento y no hay solución. No sé cómo vamos a sobrevivir. Nos quieren echar», dijo. A.G.

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