Afortunadamente, acabó bien
Amaia U. LASAGABASTER
Ccomo los borrachines que no saben decir basta y acaban poniéndose pesados, las emociones coperas estuvieron en un tris de despedirse con un broche desagradable. Todos los implicados tenían sus motivos para divergir: los jugadores porque eran conscientes de que tanta celebración por un título no conseguido podía rozar el ridículo; muchísimos seguidores -sobre todo los más jóvenes-, porque querían disfrutar alguna de las emociones de Valencia que vivieron desde la lejanía; los políticos porque no hay que desaprovechar la oportunidad de una buena foto. Afortunadamente, acabó habiendo quorum. Gracias y por una afición impagable, que no pudo saludar desde el balcón, pero que se convirtió en la última y gran homenajeada.