Rubalcaba -el ministro de la porra y de la cadena del «demócrata» Zapatero- está apretando uno de los brazos de la tenaza que va a ilegalizar a la candidatura Iniciativa Internacionalista-La solidaridad entre los pueblos. Izquierda Unida ha actuado como sicario de Rubalcaba-Zapatero y ha sostenido con firmeza el otro brazo. Se trata, para el primero, de algo tan serio como proteger a un estado que se derrumba; para la organización «de izquierda» el asunto concierne a una cuestión general sobre la "obediencia necesaria" y a algo tan mezquino como garantizar su pequeña porción en el monopolio de una representación política que da de comer a sus dirigentes.

La maniobra ha sido muy clara y ha demostrado la naturaleza real de los «partidos democráticos»: ejercen y sostienen el monopolio de la representación política -distribuido de manera desigual entre ellos-, entregando al mercado electoral la gestión del derecho de sufragio activo y bloqueando el derecho al sufragio pasivo.

Izquierda Unida ha dedicado sus esfuerzos a promover la retirada de avales, mientras Rubalcaba vigilaba la «limpieza de sangre» de los avales nuevos. Muchos de los que formamos parte, consideramos necesaria, o apoyamos esa candidatura, jamás olvidaremos el juego sucio, el juego puerco, de la izquierda institucional de este país. Alimenta nuestro derecho de resistencia, el derecho de resistencia ante el tirano que tienen, que han tenido siempre, los ciudadanos.

Los argumentos de Zapatero-Rubalcaba son totalmente indignos. (...)

En el fondo se maneja un criterio único: quedan fuera del juego político de la democracia formal todos aquellos que cuestionen el sistema económico, social o político vigente. (...)

La «relación con Batasuna» no es más que una coartada que le permite a los representantes de la oligarquía que gobierna este país y que es responsable de la crisis económica, bloquear el debate ciudadano sobre algunas cuestiones fundamentales (...).