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Antonio Álvarez-Solís periodista

Los votos y las bombas

 

España es un país intoxicado por un lenguaje legionario. Ahora resulta que don Alfonso Sastre es un «banderín de enganche» de ETA y ha sido elegido por ETA para enviar «una clara señal a sus votantes». Lo del «banderín de enganche» suena a percepción bélica, a descalabro de la libertad consciente e informada. Para acrecentar el sonido marcial de la frase el ministro del Interior ha decidido acotar el campo democrático con otra definición urgente: «O se está con los votos o con las bombas». Los votos quedan así definidos como los votos autorizados, ya que Iniciativa Internacionalista trataba de pelear sus ideas en las urnas, es decir, con votos, pero estos votos no son sino coartadas de «los acólitos, satélites y todo el entorno de Batasuna». Y avanza que «esto será ya siempre así». O lo que es igual, tras una declaración de lógica facciosa se sigue una afirmación prevaricadora propia de la Santa Inquisición: «Siempre será así».

Pero ¿a dónde han ido a parar los socialistas? Así como el Real Madrid estropea a los jugadores, España pudre a los ciudadanos. Si Europa fuera una propuesta de mejora humana y política habría de levantar su voz frente a Madrid, pero Europa prefiere que el Sr. Sastre o Doris Benegas no se sienten en su Parlamento, poblado de representantes de Sarkozy, de Berlusconi, de Merkel y de socialistas de aquí y de allí. No hay ya protección transnacional, se acabó el derecho de asilo. El Sr. Barack Obama anuncia ahora también que los torturados de Abu Ghraib serán juzgados por los tribunales militares que ideó el Sr. Bush. Quizá contra estas cosas se alzarían en el Europarlamento la voz del Sr. Sastre o de la Sra. Benegas. Pero el Sr. Sastre y la Sra. Benegas han optado por las bombas, según denuncia el Sr. Pérez Rubalcaba, que dice tener informes sesudos de las Fuerzas de Seguridad. ¿Qué hubieran hecho hoy el Tribunal Supremo y el Gobierno de Madrid con el Sr. Voltaire?: un bombero.


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