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Mertxe AIZPURUA Periodista

Sin sentimiento de culpa

Nada tan cotidiano, clarificador y que nos diferencie tanto a los unos de los otros como las listas que nos acompañan a lo largo de la vida. Sea la lista de la compra, la de pagos pendientes, la de viajes pasados o futuros, la de músicas favoritas o la lista de bodas. El «Daily Telegraph» lleva unos cuantos días alarmando a la opinión pública inglesa con la publicación de las listas de los gastos que los diputados deslizan con elegante maestría y exquisito fair play al presupuesto público. Las listas son fascinantes. Desde magníficos candelabros, reparaciones de pistas de tenis, suntuosas alfombras, pagos de hipotecas inexistentes o una isla para patos de 33.000 euros, hasta una sorprendente factura de 5 euros con la comida para el perro. No me digan que no es tierna la mezcla. Hasta el momento, las revelaciones del «Daily Telegraph» han salpicado a más de 170 diputados de todos los partidos. Y aquellos cuyo nombre aún no ha aparecido en el diario no deben dormir muy tranquilos. Los ciudadanos piden que rueden cabezas, y los diputados, ellos que hablan entre sí precedidos por el término «honorable caballero», bucean ya en el pozo de la filosofía para explicar lo inexplicable. Freud, que estudió el sentimiento de culpa en los humanos, encontró una que les viene ni al pelo. Decía que había delitos que eran provocados por un sentimiento de culpa de origen ignorado y que el hecho de cometer una transgresión concreta disminuía la presión del mismo. Una liada como otra cualquiera de las del insigne Freud que, como siempre, terminaba concluyendo algo relacionado con el complejo de Edipo. Ya verán cómo, al final, algún diputado querrá emular al padre del psicoanálisis y alegará que la culpa es de las ridículas pelucas de tirabuzones. O de sus honorables madres.

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