ARGOTE 13

BEROIZ 22

19 años de vida, 9 meses de profesional, y una txapela en casa. La precocidad llevada a la enésima potencia; así está discurriendo la carrera de Mikel Beroiz, uno de los pelotaris más prometedores de todos los que empiezan a asomar la cabeza.

La presa no parecía fácil, y es que enfrente tenía a todo un «perro viejo» -tiene 26 años- de la modalidad, un Jokin Argote que ya sabía lo que era disputar una final del manomanista. Como no podía ser de otra manera, y por las condiciones que ambos pelotaris atesoran, desde el inicio se vislumbró que el choque tiraría por los derroteros del desgaste, del «quién da más».

Los pelotaris salieron a morder desde el minuto 1, y nadie quería errar en el día más esperado. Había que aprovechar que los focos mediáticos estaban sobre el partido o que los jefes de las empresas miraban con especial interés el partido. Daba igual. Había que darlo todo, ya fuera por ganar, o por no fallar a los amigos; esos eternos seguidores que, llenos de recursos humorísticos, son capaces de colgar en el rebote una pancarta con un gran lema como: Florentino, Mikel no se vende.

Beroiz -que aún no parece tener intención de dar el salto al fútbol-, con un golpeo muy regular, marcó diferencias desde el inicio. Sin embargo, Argote hizo de la tenacidad virtud, y consiguió remontar un desfavorable 8-13, para empatar. Pero ahí acabó todo. Los tantos de más de 20 pelotazos eran demasiados, y el depósito del de Huarte parecía tener más capacidad de almacenaje. El fuelle del zarauztarra se agotó, y Beroiz siguió fustigando y arrimando la pelota sin piedad. El de Aspe, a pesar de su condición de zaguero corpulento, hizo gala de poseer una muñeca de gran precisión y cimentó su triunfo sobre tres columnas: el despliegue de una gran defensa, el ahogamiento constante con pelotas a la pared, y el uso indiscrimando de un gran saque. Zorionak.