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Así se defiende la continuidad del entrenador

Joseba ITURRIA

La semana ha estado marcada en la Real por el debate sobre la continuidad de Juanma Lillo en el banquillo, con la sensación de que el Consejo es partidario de un relevo y de que los jugadores y el director deportivo son favorables a la continuidad del tolosarra. En condiciones normales que la plantilla y Loren apoyen a Lillo es un elemento importante a su favor, pero en el mundo del fútbol la opinión más trascendental es la de la afición y de ella, en función de los resultados y de la imagen que dé el equipo, depende el futuro de los entrenadores. Los resultados de la Real con Lillo son muy meritorios por las circunstancias que los han rodeado, pero si se acaba mal la temporada nadie se acuerda de las decisiones arbitrales contrarias ni de los problemas de lesiones y ambientales. Además, su problema es que ha vivido dos tentativas de ascenso sin lograrlo y, aunque en el estadio no se ha manifestado esta temporada una oposición clara al técnico, su forma peculiar de dirigir al equipo tiene un número de detractores que uno no se atreve a cuantificar. Por todo ello es completamente normal que haya un debate en del club sobre su continuidad, aunque a Lillo no le guste, como es lógico. Y es normal que se contemplara un posible cese en el caso de perder ante el Sevilla Atlético. Por lo mismo, porque la afición no hubiera permitido cuatro derrotas seguidas sin ninguna medida. Por eso no es lo mismo que la Real, aunque no suba, termine la temporada con victorias y buen juego que con apatía y malos resultados. Si los jugadores juegan y ganan como ayer, conseguirán que Lillo continúe.

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