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CRÓNICA Salud laboral

«El amianto en Fagor Victorio Luzuriaga se llevó a mi marido»

En el Juzgado de lo Social de Donostia se dirimirá hoy la aplicación del recargo de prestaciones contra Fagor Victorio Luzuriaga, por la muerte de José luis aranburu, después de que el amianto le produjera un cáncer incurable. «La falta de medidas de prevención en esa empresa se llevó de mi lado a mi marido», denuncia su viuda, que espera que la empresa sea sancionada con ese recargo, porque considera que no protegió la salud de los trabajadores.

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Juanjo BASTERRA

El amianto y su efecto cancerígeno vuelve a ocupar el primer plano de la actualidad en materia de salud laboral. En el Juzgado de lo Social de Donostia hoy tendrá lugar el juicio por recargo de prestaciones a Fagor Victorio Luzuriaga, de Usurbil, por no haber garantizado la prevención y la seguridad ante el cancerígeno amianto, lo que provocó, en este caso, la muerte de José Luis Aranburu por un mesotelioma pleural, un tipo de cáncer incurable.

Los casos de afectados van en aumento y en todos ellos se concluye que las empresas desoyeron las recomendaciones en materia de prevención de riesgos laborales con ese mineral cancerígeno. José Luis Aranburu murió el pasado 27 de diciembre de 2008. En julio comentó a GARA lo que le había sucedido y recordó con rabia que entró joven a trabajar y que esperaba la jubilación para poder vivir. Su viuda, Margarita Pino, declaró que «la falta de medidas de protección en Fagor Victorio Luzuriaga se llevó a mi marido. Estuvo pletórico de salud hasta que el amianto le provocó el cáncer».

Pino lamenta que la empresa haya negado la existencia de amianto, aunque afirma que «volveremos a pelear para que quede claro quiénes son los culpables y para que se sepa el daño que están haciendo a los trabajadores». La viuda de Luis Aranburu mantiene que «tenemos que hacer mucho ruido, porque nos estamos enterando de que están apareciendo cánceres de colon y otros entre los trabajadores de esa empresa, que seguramente tienen mucho que ver con el amianto».

En el caso de Aranburu, la Seguridad Social le reconoció en enero del año pasado la incapacidad permanente absoluta para todo trabajo y un informe de Osalan confirmó el contagio por amianto, dado que trabajó en la sección de fundición, moldeo y desmoldeo.

«Entre los años 60 y 70, cuando realizó tareas de moldeo y desmoldeo se tiene la constancia de que se utilizaban materiales con contenido en amianto: las mazarotas contenían entre un 4% y un 6% de amianto, que también estaba en las mangueras de los hornos con cintas con protección con contenido en amianto; en los guantes, en los mandiles, etc», señala.

Osalan reconoce esa enfermedad profesional e insta a la empresa de Usurbil a realizar una vigilancia específica de los trabajadores expuestos que están activos en la empresa, así como los que están jubilados.

Ni caso a Osalan

Sin embargo, un informe pericial al que ha tenido acceso este diario confirma que en Fagor Victorio Luzuriaga «no consta la existencia del riesgo de exposición a amianto, ni estudio alguno de riesgos en referencia al puesto». La dirección de la empresa ha alegado que no trabajan con amianto, aunque el informe de Osalan confirma la existencia de ese cancerígeno, por lo que hay una vulneración directa en materia de prevención. Además, la dirección de la empresa de Usurbil no ha iniciado la vigilancia específica de la salud, como Osalan exigió en enero de 2008 a Fagor Victorio Luzuriaga. «No se ha cumplido», precisa el informe médico pericial, al tiempo que descarta que los 28 reconocimientos al trabajador fallecido, citados por la empresa, fueran los adecuados para detectar el amianto.

El informe insiste en que la negativa sobre la existencia de amianto supone que «no entendió la necesidad de aplicar los procedimientos adecuados de protección». El hecho es muy grave debido a que se conoce la existencia de amianto en hornos y procesos de moldeo, entre otros, por lo que queda constatado que no se pusieron medidas de protección.

Los empresarios aducen que desconocen los efectos malignos del amianto. Sin embargo, desde los años cuarenta del siglo pasado se conoce su carácter cancerígeno y, de hecho, las normativas ya exigían una protección específica y adecuada. Lo que ocurre es que los empresarios, conocedores de que el período de latencia del amianto sobrepasa los veinte años, optaron por no sustituir éste ni invertir en seguridad. Así, ocurre que día a día están apareciendo más casos por la falta de prevención. El pasado sábado, Ezekiel Illarramendi ex trabajador de Cementos Rezola de Añorga falleció debido a un cáncer derivado del amianto.

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