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Empate ante el farolillo rojo

Empantanados en el despropósito

El Eibar prolonga a trece las jornadas sin conocer la victoria, lo que le deja al borde del descenso matemático. Los errores, al parecer inevitables, sonrieron esta vez al Sevilla Atlético, al que los azulgranas han sido incapaces de derrotar esta temporada.

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Amaia U. LASAGABASTER | EIBAR

Definitivamente, no hay manera. Ni siquiera ante el peor colista de los últimos años y pese a haberse adelantado en el marcador fue el Eibar capaz de reencontrarse con la victoria.

Trece semanas han pasado desde que los azulgranas celebraran, todavía con Carlos Pouso en el banquillo, su último triunfo. Desde entonces, los errores y el infortunio que tantos disgustos habían provocado ya en la etapa del técnico vizcaino, se han elevado a la enésima potencia. Siempre pasa algo y siempre pasa en contra de un Eibar que vive empantando en el despropósito.

La consecuencia es evidente. Los armeros subsisten aún por unas matemáticas en las que ya nadie cree, pero la próxima temporada arrancará con el equipo en Segunda B. Merecidamente. Porque, cierto es, la fortuna no ha sonreído a este Eibar, pero tampoco lo es menos que pocas veces ha sido capaz de buscarla.

El de ayer puede ser uno de los mejores ejemplos, aunque lamentablemente haya muchos entre los que elegir. Llegaba a Ipurua el Sevilla Atlético, un equipo que sólo ha podido ganar dos partidos esta temporada y hasta ayer apenas había rascado dos puntos como visitante. Parecía la víctima idónea para soltar la rabia que almacenaban los azulgranas tras interminables semanas de agonía. Y así lo habían reconocido los propios jugadores, conscientes de que una victoria poco podía cambiar en lo clasificatorio, pero deseosos de poder ofrecer, por fin, un triunfo a su afición.

En un encuentro marcado por las condiciones climatológicas -espectacular la tormenta que descargó sobre Eibar, que incluso provocó que el partido se detuviera durante algunos minutos para que se drenara una de las bandas-, el Eibar lo tuvo todo a su favor. Hizo lo más difícil, adelantarse en el marcador cuando el terreno estaba impracticable, aunque el gol lo tuviera que anotar un jugador rival, Ríos, al intentar despejar un saque de esquina.

Suicidio

Pero también hizo lo que acostumbra, suicidarse. Primero, perdonando ocasiones claras, fruto de sus mejores minutos, en la reanudación del encuentro. Después, brindando al Sevilla la posibilidad de aprovechar la mejoría de las condiciones del césped para empezar a mover el balón con relativa comodidad. Y, finalmente, permitiendo que los hispalenses dieran la vuelta al marcador en sus dos ocasiones -que apenas lo fueron, para más inri- más claras. En el 82, Zigor despejaba en corto una falta y Armenteros, más atento que la zaga local, lo aprovechaba para hacer el 1-1. Y casi de inmediato, Alaña y Zigor se volvían locos con un balón parado por el agua junto al área, para que el propio Armenteros robase la cartera a ambos y anotase el segundo. Otra acción, y ya van unas cuantas, para los resúmenes televisivos.

Con el tiempo relgamentario sobrepasado, un penalti dudoso -el árbitro se había comido antes uno bastante más claro sobre Markel- permitió que Alaña restableciese la igualada. Pero algunos empates saben peor que la más contundente derrota. Como el de ayer que, tal y como ya sucediera hace dos semanas, provocó los pitos de la afición. No tanto para los jugadores, a los que incluso se aplaudió -merecidamente para los de ambas escuadras, aunque sólo fuera por el esfuerzo sobrehumano que exigieron las circunstancias del choque-, como para los responsables del equipo, en el palco y en el banquillo. Les tocó pagar la frustración de una grada que ha visto cómo su equipo, lejos de reaccionar, se ha convertido en los últimos tiempos en el peor de la categoría.

 

Josu Uribe: «Recibimos goles surrealistas»

Josu Uribe, como sus jugadores, se mostró totalmente hundido tras el empate ante el Sevilla. «No hay manera -lamentó-. El equipo ha hecho méritos para ganar, teníamos el partido controlado, parecía que el 2-0 iba a llegar. Pero no matamos el partido y pasamos a la fase de acciones surrealistas».

Ese fue el término con el que se refirió a los dos goles encajados, «surrealistas», y consideraba «normal que nos despidan con pitos. Un equipo profesional no puede cometer estos errores. Una falta desde donde estoy yo, y nos marcan. El segundo ya ni comentar. Entiendo que la afición se vaya enfadada».

Tan tocado terminó Uribe, siempre optimista respecto a las opciones del equipo, que ni siquiera se aventuró a adelantar si el Eibar podrá ganar algún partido. «No sé si llegará, sinceramente. Siempre nos pasa algo raro», se lamentó.

A.U.L.

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