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Iñaki LEKUONA Periodista

Una detención surrealista

Es martes. Son poco más de las cuatro de la tarde. Seis policías de la comisaría bordelesa de Cenon están apostados en la calle Eric Satie, frente a la Escuela Louis Aragon, en Floirac, una barriada popular de la margen derecha del Garona. Los seis agentes han acudido hasta allí, bien uniformados y pistola en ristre, para detener a dos peligrosos delincuentes. A las cuatro y media afilan sus miradas para identificar a sus objetivos. Los han detectado ya. La fase dos de la operación se pone en marcha. Los seis policías se acercan por sorpresa y rápidamente proceden a detener a los dos malhechores entre la marabunta de infantes que a esa hora salen del colegio. Son introducidos en un coche policial y trasladados a comisaría donde serán interrogados durante dos largas horas. El delito, un presunto robo de bicicleta. Los presuntos autores, dos niños de 6 y 10 años.

Aisha Ouachin, la madre de Hicham, el menos menor, se temió lo peor cuando le telefonearon desde el parvulario porque nadie recogió a su hijo pequeño, Simon, de 4 años. Habitualmente es Hicham quien pasa a por él para traerlo a casa. Fue en la propia escuela cuando la madre se enteró de que a su hijo de 10 años se lo habían llevado detenido seis policías por el presunto robo de una bici, que según Aisha, se la regaló a su hijo un amigo, un jefe de la base aérea de Merignac, hace casi dos años. El tipo incluso ha firmado una declaración que lo atestigua. Encima, la bici está ya hecha unos zorros. Como para haberla robado. Pero si hubiera sido el caso, se indigna Aisha, bastaba con llamar a la puerta de su casa. Incluso Louis Aragon, uno de los padres del surrealismo, lo hubiera flipado.

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