Manuel Fuentes ha vuelto a la televisión, en la noche de los domingos donde hace ya unos años tuvo un lugar privilegiado acompañado por unos cuantos cómicos que después han ido teniendo sus oportunidades más gloriosas en conjunto o en solitario. Vuelve con un programa de manual, o quizás sería más acertado considerarlo como de fórmula, porque se trata de salir a la calle con sus colaboradores para hace reportajes pegados a la actualidad social, política o deportiva y aplicar un punto de vista especial que debe convertirse en una manera, una forma, un estilo que aprovechando las características de cada miembro del equipo, al final acabe teniendo algún denominador común que con el paso de las semanas se convierta en una seña de identidad.

Para irnos entendiendo se trata de una especie de «Caiga Quien caiga» (misma productora) pero un poco menos corrosivo, dando más importancia al reportero o reportera en cuanto que se puede convertir en algunos casos en el protagonista absoluto. El sentido del humor es más comedido, aunque su postura de partida parezca algo más escorada hacia «lo progre» para emplear una expresión que tanto les gusta lanzar para zaherir a los contrarios a los que son, más que conservadores, unos carcas. Menos tibieza de fondo, más flexibilidad de formas, así lo definiría en esta primera aparición de «Malas compañías» que colocado en La Sexta tras el «Salvados» de El Follonero van definiendo unas horas dominicales bastante atractivas en cuanto a un tipo de televisión de autor o de equipo pero con características propias y que inciden en algunos aspectos de manera humorística para hacernos descubrir la otra cara de las personas, los decretos o las movidas.

El equipo que acompaña a Fuentes parece solvente, con personalidad, mucho mejores en acción, es decir en la calle que sentadas o tumbados en los sofás del plató. El número del agente anti-piratería de la SGAE confiscando en la vía pública el mp3 o los politonos tuvo un buen nivel con encontronazo con policías urbanos incorporado. La paliza física y sicológica que los dieron los monjes chinos a Raúl Peña también tiene su miga. En general, promete. Esperemos a ver qué marca el manual.