La entrevista realizada por GARA a dos miembros de ETA y publicada ayer en estas páginas fue contestada absolutamente por todo el arco político vasco y español, a excepción del PNV. Para la mayoría de los partidos, lo más reseñable fue la afirmación de que «antes del verano acabaremos un proceso reflexivo y asambleario cuya finalidad consiste en fijar una estrategia político-armada eficaz». Sin embargo, todas las formaciones mostraron un abierto escepticismo de que el resultado vaya a satisfacer sus expectativas y exigieron a la organización que deje las armas.

Tras fijar ahí la línea de respuesta, los partidos evitaron entrar en más precisiones para no otorgar legitimidad política a esta organización. Así, PSOE y PP obviaron las afirmaciones de que sigue dispuesta a entrar en un proceso de diálogo y negociación. Y por lo que respecta a las formaciones vascas, tanto EA como Aralar acusaron a ETA de ser ella quien impide avanzar, y coincidieron en reclamarle autocrítica.

Desde el PSOE valoraron el comunicado prácticamente todos sus dirigentes, con la salvedad del presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y de su ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Quien primero lo hizo fue Rodolfo Ares, nuevo consejero de Interior, que interpretó que el proceso de reflexión confirmado por ETA debe entenderse como una muestra de que «se encuentra más débil que nunca, intentando reagrupar fuerzas en lo que hace referencia a la política, para evitar esa situación de marginalidad».

Del PSOE al PP

En cuanto a si hay opción o no de retomar un proceso de diálogo, Ares se atuvo al discurso oficial: «Las posibilidades las abortó ETA, y ETA sigue mantenien- do su voluntad de cometer atentados. Además, los ha materializado asesinando a gente. Por lo tanto, lo único que cabe es combatir a ETA con todos los instrumentos del Estado de Derecho».

Desde Madrid, el ex número 2 del PSOE, José Blanco, añadió que «lo único que tiene que hacer ETA es utilizar GARA para decir, de una vez por todas, que abandona las armas».

Mikel Cabieces, delegado del Gobierno español en Gasteiz, se hizo eco también del debate interno para indicar a ETA que «si quiere llevarlo a cabo, que les pregunte a los ciudadanos vascos qué opinión tienen de ETA, porque todos dirán lo mismo. Que se disuelva, que para eso no hay que hacer muchos debates», añadió Cabieces.

Desde el PP se utilizaron palabras más gruesas. Soraya Sáenz de Santamaría, portavoz en el Congreso, afirmó que ETA «no tiene ningún futuro. Vamos a acabar con ellos, sea cual sea su estrategia», añadió parafraseando una expresión utilizada por ETA durante la entrevista.

Como Ares, Antonio Basagoiti leyó algunas afirmaciones de los entrevistados en clave de debilidad: «Es el reflejo del principio del fin, la demostración de que está empezando a estar acabada, que no consigue lo que está pretendiendo, que es doblegar al Estado de Derecho e im- poner su fanatismo terrorista». Aseguró que tras haber leído la entrevista, «me alegro doblemente de haber votado a Patxi López como lehendakari».

Su compañero en la dirección del PP vasco Iñaki Oyarzábal fue más lejos y trató de utilizar el mensaje a modo de chantaje contra las formaciones abertzales: «Hay que pedirles mayor responsabilidad que nunca para desmarcarse de las pretensiones de ETA y para unirse a quienes en primera línea estamos combatiendo las ideas totalitarias de los terroristas».

En Nafarroa, el portavoz parlamentario de UPN, Carlos García Adanero, fue uno de los pocos que se negó a valorar las afirmaciones de ETA. Al hilo de ello, su homólogo del PSN, Samuel Caro, dijo también que la entrevista no le merecía «la mínima consideración» y reclamó a los medios que «dejen de hacer caso a lo que puedan decirnos dos etarras que se sientan a una mesa con pistolas».

Formaciones vascas

En cualquier caso, en otras partes de la entrevista concedida a GARA, los dos miembros de ETA, que se identificaron como Argi y Gaueko, recalcaron que la clave del desbloqueo de la situación actual no estriba en los estados, sino en la activación de las fuerzas abertzales. Desde este espacio concreto, EA, Aralar o Nafarroa Bai mostraron opiniones coincidentes.

El más rotundo fue quizás el portavoz de EA, Mikel Irujo, que replicó a la organización armada que «por desgracia, Euskal Herria tiene el triste honor de ser el único país en Europa en el cual el terrorismo sigue activo, al menos un terrorismo que mata». «Si algo nos ha enseñado la Unión Europea es a superar la utilización de vías no democráticas para la consecución de cualquier objetivo», añadió.

Irujo, que ha sido europarlamentario en esta legislatura, descalificó el discurso de ETA desde una perspectiva europea. Dijo que «ni en Moldavia, el lugar más alejado de la UE, existe un solo grupo que reivindique la violencia para obtener objetivos políticos». Y añadió luego que «no hay más que hacer un repaso acerca de la calidad democrática de varios estados de la UE para darse cuenta de que, guste o no guste a esta gente, el Estado español respeta más varios de los derechos colectivos que países como Grecia, Bulgaria o Rumanía».

EA imputó a ETA ausencia de autocrítica en sus valoraciones, y otro tanto hizo Jon Abril desde Aralar. Éste afirmó que la organización armada actúa «como si estuviera por encima del bien y del mal» y que «tiene un juicio para todo el mundo, excepto para sí misma».

Abril también se detuvo en la afirmación de que se está realizando un proceso asambleario, y apuntó al respecto que «la única reflexión que nos interesa por parte de ETA es aquella que dé por finalizada su actividad armada». Junto a ello, le acusó de «dejar de escuchar a la sociedad vasca, que se manifestó libremente el pasado 1 de marzo y dejó claro que mayoritariamente está en contra de la lucha armada».