Gloria Rekarte ex presa política
Herejías
Con la hoguera ya prendida y las mieles del triunfo congeladas en el hocico, los inquisidores asisten, tensos y con un sonoro rechinar de dientes, a los efectos del varapalo que les ha dejado el goce frustrado y sin pasto para las llamas. Con todo atado y bien atado, y aún los herejes se les han escurrido de entre las sogas. Y allá van, camino de las urnas.
No han condenado y, además, han asegurado que estarían encantados de contar con los votos de la izquierda abertzale, lo que ha hecho que además de los dientes de los Torquemadas, rechinaran las calculadoras de alguna candidatura que se había sumado unos cuantos de antemano. Otras, los aprovechan para aquello que su apuesta política por méritos propios no parece capaz de conseguir: que sus adeptos se levanten del sofá de casa si hace mal tiempo y de la tumbona de la playa si hace bueno y marchen con paso marcial hacia a las urnas.
No han condenado, los muy herejes, y Mayor Oreja clama «no queremos que esa gente sea nuestra voz en Europa». ¿Su voz? No, no van a ser su voz. Y para la democracia a la española, no hay mayor peligro ni miedo.
No han condenado y desde las filas de los que sí lo hacen, piden a los medios que silencien la candidatura, que no den información. La condena, como se ve, otorga cátedra en democracia y varios master en estado de derecho.
No han condenado, en fin, lo que les priva de la más generosa de las bulas. La que permite ensalzar al asesino del joven Carlos Palomino, enaltecer el fascismo, no condenar los crímenes del franquismo, o cantar las excelencias del Gobierno de Felipe González justamente cuando la denuncia de la desaparición de un refugiado vasco nos remite directamente a los GAL.