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Iñaki Soto Licenciado en Filosofía

¡Que maduren!

Cansado de leer en entrevistas a diferentes medios mensajes cruzados al respecto entre Arnaldo Otegi y Jesús Eguiguren, he leído el libro «Great Hatred, Little Room», escrito por quien fuera negociador jefe de la parte británica para el norte de Irlanda, Jonathan Powell. Debo decir que el libro me ha impactado. Sorprendentemente aún no ha sido traducido al castellano. Quizá las escasas pero claras referencias al caso vasco -y español- les parezcan a los potenciales editores difícilmente «traducibles al español».

Vaya por delante que es un libro escrito por «el contrario», y que aconsejo a quienes no puedan hacer abstracción de ello que no lo lean. Para esas personas bien sirven las memorias de Gerry Adams, complementarias a esta obra porque cada una de ellas oculta lo que la otra comenta.

En el libro de Powell destacan su prosa elegante y directa, el fino humor del autor, la empatía no del todo imparcial que muestra y su documentación, gracias al acceso a las actas que ha tenido al escribirlo. Si tuviese que destacar algo negativo, señalaría que en varios momentos el libro parece un intento por restaurar la imagen de Tony Blair, haciendo de su casi único logro una hazaña que tape el vertedero ideológico y político que el campeón de «la tercera vía» dejó tras de sí. Paradójicamente, tras leer el libro con un mínimo de objetividad, cabe pensar que quien realmente tiene el mérito en la parte británica no es precisamente Blair, sino el propio Powell.

Otra de las cosas que me empujó a leer el libro, además de lo ya señalado, fue la reseña escrita por el premio Nobel de la Paz, David Trimble, en «The Guardian» (2008-4-5). Su belicosidad hacia Powell le lleva a perder hasta las formas, dándole la razón en la descripción psicológica que éste da del político unionista en el libro. En éste se recoge también el momento en el que, en los urinarios de Stormont, Gerry Adams le dice a Trimble que antes o después tendrán que hablar de tú a tú, a lo que Trimble responde con un seco, patético y pueril «¡Madura!».

Una de las conclusiones que he sacado del libro es que a la parte vasca no le faltan gerry adams -aunque a veces eche de menos mcGuinness y keenans-, pero que los españoles tienen trimbles para llenar ellos solos el Parlamento Europeo.

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