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Juan Mari Zulaika Informático

El euskera, asignatura pendiente para el PSE

Patxi López barajó los mismos prejuicios que el «Manifiesto por una Lengua Común» de Savater y Rosa Díez. Aparentan una retórica a favor de las dos lenguas cooficiales, pero introducen una idea absolutamente regresiva: las dos son oficiales, pero de distinto rango

Se proclaman vascos, pero a favor del euskera, nada. Contaron con población euskaldun, como en Eibar. Hoy día son contados los que dominan la lengua autóctona. La emigración, de la que mayormente se han nutrido, y su secular pugna con lo nacionalista les ha llevado a una situación si no de repudio, de dudosa sensibilidad para con la lengua vernácula, devenida minoritaria por el desprecio de la secular política española.

¿Comportamiento del Gobierno de Patxi López de cara al euskera? Nos han facilitado dos documentos donde proclaman sus intenciones al respecto: el manifiesto «Euskera en Libertad», presentado por Patxi López en la campaña, y el articulado del pacto con el PP, bien explícitos en cuanto a doctrina y pautas. Sobran las monsergas equilibristas de Isabel Celaá sobre bilingüismo abstracto para quitar hierro.

El manifiesto dice: «el euskera debe ser democrático, no identitario ni historicista». ¿Qué euskera será ése que no tenga nada que ver ni deba nada a la historia ni a una determinada identidad étnico-cultural? Un euskera limpio de toda connotación identitaria, tan neutro como el código genético del ciudadano a neutralizar. Esconderán bajo tierra los mapas del euskera. La referencia a la historia y a la territorialidad del euskera, como Nafarroa e Ipar Euskal Herria, la toman como intoxicación de teorías nacionalistas, que remiten a la omnipresente organización terrorista; por tanto, penalizable.

Zapatero mandó retirar del currículum vasco el término Euskal Herria. Una de las obsesiones del nuevo Gobierno será borrarla del Meteo, a la par que anularán las partidas para el euskera en Ipar Euskal Herria. Se trata de ocultar toda referencia cultural que evoque las tierras del euskera como comunidad. En el juramento de Gernika cambió a conciencia el término «pueblo» por una ciudadanía liofilizada por gracia de la Constitución. Escamotean zafiamente la Euskal Herria que el propio Estatuto sobre el que jura menciona.

Patxi López barajó los mismos prejuicios que el «Manifiesto por una Lengua Común» de Savater y Rosa Díez. Aparentan una retórica a favor de las dos lenguas cooficiales, pero introducen una idea absolutamente regresiva: las dos son oficiales, pero de distinto rango. De hecho, repite textualmente la tesis central de Savater: «en la CAV se hablan dos lenguas, aunque una de ellas es la común» y la única que obliga. No dan más de sí.

El castellano, como lengua común, se impone y obliga en todo el Estado. Ella sí es identitaria, democrática y conformadora de la nación española. Lo mismo que la impusieron en otros continentes arrasando lenguas y culturas indígenas, quieren imponerla de facto en la piel de toro que llaman España. ¡Operación de exquisita libertad! Junto al inglés ha sido la lengua más agresiva y exterminadora del mundo. Y siguen atribuyéndole derechos que niegan a las demás. Llaman democracia a los derechos de conquista.

La teoría de la «lengua común» contraviene los dictados de la Constitución y del Estatuto, pues éstos hablan de lenguas cooficiales, no de una dominante y las otras subordinadas. No se comprende, por tanto, la resistencia a la obligatoriedad de su aprendizaje en la educación y a que puntúen para el acceso a los puestos institucionales y profesiones al servicio del público. No sorprende que defendieran a los enseñantes encerrados en protesta por el perfil de euskera exigido. Tampoco sorprende que, a instancias de denuncias interpuestas, las primeras medidas de Isabel Celaá vayan dirigidas a revocar decretos del consejero anterior. Le preocupa más la implantación del inglés que el sostén efectivo de nuestra lengua en regresión. El estrecho marcaje al que le someterá el PP antieuskaldun de los Oreja y Quiroga no auspicia precisamente avances.

A pesar de la necesidad de un nuevo proyecto para una mayor normalización del euskera en la sociedad, quedó varado un proyecto del tripartito, y la nueva consejera se parapeta en los decretos vigentes, que le dan suficiente margen de interpretación. ¿Respetarán el mínimo de la letra que acordaron en los años 1982 y 1993? Albergo mis dudas. Patxi López prometió que no rebajaría el presupuesto. ¿El peinado a los presupuestos debido a la crisis le dará la coartada para recortarlo?

En la campaña, Patxi López subió con los medios al monte Betsaide, punto de unión de las tres provincias vascongadas pero que no permite atisbar Nafarroa ni Ipar Euskal Herria, o sea, Euskal Herria. Le bastaba subir al Pagasarri para un horizonte más completo. Pero él quiso escenificar que su Gobierno se limita a la CAV, no más. No reparó, no quiso, en el monumento que la Federación Vasco-Navarra de Montaña tiene erigido como símbolo de unión en Betsaide.

El euskera no implica necesariamente una ideología nacionalista, pero sí reclama reconocerla, sin complejos, como valor cultural, identitario y común a un pueblo, y promocionarla como tal desde la política. ¿Por qué el PSE suplanta la idea de pueblo por la de una ciudadanía desnaturalizada y anónima? ¿Por qué apuesta por un mestizaje con el que enmascarar el favor a la cultura dominante en lugar de abogar por la integración cultural?

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