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Lógica de Estado en el sistema judicial español

La Audiencia Provincial de Gipuzkoa ha desestimado los recursos presentados por la defensa de trece guardias civiles que participaron en la detención e interrogatorios de los lesakarras Igor Portu y Mattin Sarasola, en enero de 2008. La decisión judicial se fundamenta en que existen «indicios racionales suficientes» para continuar con el proceso y supone un firme paso adelante hacia la celebración del juicio por torturas contra los agentes en cuestión. Cabe recordar que Portu fue ingresado en la UCI del Hospital Donostia horas después del arresto, con evidentes signos de haber sido torturado, y que el testimonio que Sarasola hizo ante el juez de la Audiencia Nacional española Fernando Grande-Marlaska coincidió con lo relatado por su convecino pese a estar ambos incomunicados.

También ayer, el representante del movimiento pro amnistía Julen Larrinaga y el abogado de Torturaren Aurkako Taldea (TAT) Aiert Larrarte fueron absueltos por un juzgado de Bilbo de la acusación de un delito de «injurias» a las FSE que pesaba sobre ellos por dar a conocer en una rueda de prensa la denuncia de torturas realizada por Ibon Meñika tras ser detenido por la Guardia Civil. El juzgado, sin embargo, pidió que se investigue si Meñika ha cometido una denuncia falsa.

En contadas ocasiones como las que nos ocupan consiguen salir a la luz las contradicciones de un sistema judicial como el español, que otorga rango probatorio pleno a las declaraciones realizadas en comisaría, en régimen de incomunicación y bajo una más que fundada sospecha de aplicación sistemática de malos tratos y torturas, como han denunciado distintos organismos internacionales. Contradicciones que en una abrumadora mayoría de casos quedan enterradas por la lógica de un sistema para el que la presunción de inocencia queda anulada bajo la presión que, auspiciada por una inexistente separación de poderes, ejercen las cuestiones de Estado. Y el independentismo vasco es una cuestión de Estado, acaso la mayor de ellas. Ése y no otro es el mensaje que está detrás de la advertencia a Ibon Meñika.

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