Extrañas maneras de liberar al euskara
La no asistencia ayer de la consejera de Educación, Isabel Celaá, al Ibilaldia supone una falta de respeto, una dejación total de su responsabilidad y un grave error político. Desde el momento en el que asumió el cargo, su prioridad deberían ser los ciudadanos que pretende representar, por encima de sus compromisos sociales o particulares. Y un mitin electoral de su partido, por mucho que traduzcan al euskara el lema y que asista su líder, no es justificación suficiente para hacer dejación de sus funciones como consejera. Es cierto que algunos de quienes critican a Celaá, especialmente sus predecesores en el Gobierno, no son quien para dar lecciones en este terreno. Pero eso no justifica su postura, ni mucho menos.
En lo que se refiere al euskara, la cuestión es tan sencilla como que más de 100.000 personas asistieron a ese acto, siendo uno de los actos más populares que se desarrollan no sólo en el ámbito de sus competencias, sino en términos generales. Además, las ikastolas son un pilar fundamental de la enseñanza vasca y en euskara, y la no asistencia de cargos representativos del PSOE y del Gobierno evidencia qué es lo que querían decir cuando hablaban de «liberar el euskara». En ese sentido, la equiparación de las ikastolas con «otros centros privados» es no sólo injusta e injustificada, sino además obscena. La falta de respeto hacia símbolos que a ellos les pueden resultar ajenos pero que son muy importantes para la ciudadanía que dicen representar se resume en las palabras del director del Gabinete de la Consejería de Educación y máxima representación del Gobierno en Galdakao, Javier Nogales, al calificar esta polémica de «tontería».
Claro que visto que la actuación más reseñable del Gobierno de Lakua en el Ibilaldia de ayer fue enviar a varias patrullas de la Ertzaintza para amenazar, apalear y vejar a una parte de los participantes con la excusa de querer quitar las fotos de los presos políticos del recinto festivo, el resto de argumentos palidecen. Si para este Gobierno que la participación de la Consejería de Interior en una fiesta por el euskara sea mayor que la de la Consejería de Educación es normal, sólo cabe concluir que el PSOE no conoce al pueblo que pretende gobernar.