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Gari Mujika Periodista

El silencio cómplice

Si la hipocresía, la falacia y el insulto no fuesen los verdaderos candidatos para conquistar Estrasburgo, puede que la motivación popular fuese mayor en esta insípida campaña electoral. Quizás deberíamos insistir como ellos en lo absurdo en vez de intentar ocultar la patente ilusión que ha generado el concurso de II-SP. Aunque rebatir lo evidente es demasiado falaz, incluso para los censores.

Pero más lo es silenciar una noticia con tintes dramáticos. No hablo ya de cómo se han ocultado las reiteradas palizas que «incontrolados» han repartido a simpatizantes abertzales en la Zurriola Marítima de Donostia que ahora pretenden proteger con custodia policial, o el dato de que el juicio que sentará en el banquillo de los acusados a al menos ocho guardias civiles por torturar a Igor Portu y Mattin Sarasola llegará pronto. Para qué emborronar cuartillas cuando la noticia se fabrica en cadena desde Madrid.

Sin embargo, para lo que no hallo ningún adjetivo es para el silenciamiento más que sospechoso del que llevan haciendo gala la mayoría de los medios comunicativos y formaciones políticas sobre la desaparición del represaliado Jon Anza. Ya ha transcurrido más de mes y medio desde su ausencia, con una intervención muy informativa de ETA de por medio, y más líneas y minutos ha copado al respecto Rubalcaba que lo realmente noticiable. Y cuando a ello se le suman secuestros exprés, amenazas y golpes de policías de paisano contra ex presos políticos como Lander Fernández, entre otros casos, es imposible encontrar un argumento al repasar los apuntes de primero de Periodismo.

Y si la máxima del periodismo español radica en que «nada te chafe un buen titular», el reclutamiento de policías como redactores puede que sea uno de los últimos revulsivos en el oficio. Quizás sea el efecto Bolonia por el que ahora se encarguen con profesionalidad en la construcción de noticias; claro está, siempre que sean sobre los «rojos-separatistas». Y si no, que pregunten en Elizondo o en Ibilaldia de Galdakao, donde ofrecieron su recital «los hombres de Rodolfo». Y anuncian que habrá un veranito caliente en la caza de las fotos de los presos vascos. Pues nada, a comprar la Polaroid.

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