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Victoria Mendoza Psicoterapeuta

Un cuento para no dormir...

Estamos en un momento propicio para levantar conciencias y determinar quiénes son los verdaderos monstruos y fantasmas de nuestro propio cuento, que está haciendo historia en Euskal Herria

Erase que se era en un país no muy lejano y no hace muchos años que sucedió que alguien dijo que existía algo tan grandioso y misterioso, tan increíblemente maravilloso, llamado algo así como «Democracia», donde muchos grupos políticos con banderas psicodélicas y lemas de ensueño y objetivos románticos y altruistas, decidieron hacer una cosa divertida que se llama «campaña electoral», donde nadie habla mal de nadie, donde los políticos no pierden el tiempo hablando mal de otros líderes o de otros partidos, porque tienen mucho trabajo consultando a su pueblo sobre sus necesidades, sus problemas, sus preocupaciones. Además, reciben y atienden críticas, propuestas, sugerencias de los más afectados y los más necesitados, y los más enterados y expertos de lo que realmente pasa en la calle, en las fábricas, en las empresas, en los hogares, en la sociedad...

En fin, que están tan ocupados en estas consultas populares que ya sólo les queda tiempo de recoger demandas y explicar lo que hay que cambiar y mejorar, para explicar estrategias políticas para solucionar los múltiples y variados problemas sociales, políticos y económicos y puede que hasta culturales y ecológicos, y en estos momentos de crisis cuidan cuidadosamente -válgame la redundancia-, los gastos de dicha campaña, son modestos y discretos, humildes y ahorrativos, no se malgasta lo que está escaso para muchos y abundante para pocos -o sea, el dinerito-, porque los millones de euros que pudieran gastarse en sus propagandas electorales los invierten en cooperativas sociales, en creación de empleos y en ayudas sociales a todas esas personas que han perdido el empleo y que no pueden pagar su hipoteca, su alquiler, el material escolar de sus hijos y, sobre todo, los que no tienen para terminar el mes ni comprar lo más elemental, incluyendo comida y despensa semanal.

Y lo mejor de todo, esa llamada democracia no excluía a nadie, no había trampas electorales, no había ley de partidos, ni ilegalizaciones, había una democracia total... y colorín colorado este cuento se ha acabado.

Este cuento me recuerda a otro cuento: Érase una vez un niño rojo, vestido de rojo, que al pasar la calle roja, le atropelló un coche rojo, quedó en el suelo rojo, herido gravemente y con gran cantidad de sangre roja muy roja, las personas rojas se acercaron y alguien rojo llamó en calidad de urgente desde su móvil rojo a la Cruz Roja, se escuchó la sirena roja y llegó la ambulancia de la cruz... verde, con un enfermero verde, con bata verde y dijo: «ah, perdón, me equivoqué de cuento...».

Eso me ocurre a mí también porque creo que me equivoqué de cuento, de espacio y de tiempo, de democracia, campaña electoral, partidos políticos y líderes políticos, todo eso seguro que era el cuento del País de Nunca Jamás o de algún planeta más lejano al nuestro. De cualquier forma, la vida da muchas vueltas y estamos en un momento propicio para levantar conciencias y determinar quiénes son los verdaderos monstruos y fantasmas de nuestro propio cuento, que está haciendo historia en Euskal Herria.

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