Denis Menchov manifestó tras ganar el Giro que «éste es el triunfo más importante de mi carrera y me da una gran confianza. Sé que puedo ganar el Tour». La victoria en el Giro del Centenario ha permitido a Menchov terminar de ganarse el respeto del pelotón y la confianza interna. Ganó dos Vueltas en 2005, por descalificación de Heras, y 2007 y en el Tour fue el mejor joven en 2003, quinto en 2006 con una etapa y tercero el pasado año, pero le ha faltado algo en su gran objetivo.

En el Giro ha estado perfecto con un triunfo que hizo recordar a los de Indurain. Corrió con mucha sangre fría, sacó ventaja en la crono y la hizo valer con inteligencia en la montaña, en la que le bastó con seguir la rueda de Di Luca: «Sabía que la contrarreloj era la etapa más importante, me concentré en ella y todo fue bien. Cogí tiempo ese día y las circunstancias de carrera, los intereses de unos y de otros, han jugado a mi favor».

Hizo esa crono dos veces antes del inicio del Giro, en una demostración de que no se había marcado la carrera como simple preparación para el Tour. Lo hizo así el año pasado y fue quinto. Vio que era fácil aspirar a más, en el Tour sintió que ese desgaste no le afectó y que llegó a la prueba mejor que nunca y por eso no sólo decidió repetir el mismo programa de Murcia, Castilla León, Romandía y Giro, sino que se planteó disputar la general italiana a tope. Pidió un equipo fuerte para ir a Italia y respondió con un triunfo que piensa que no sólo no le va a desgastar físicamente, sino que le cargará de moral.

Mejor en el Tour tras el Giro

La experiencia del año pasado confirmó que su mejor rendimiento en una grande lo da tras disputar otra. Sentía que en el Tour nunca tenía la forma que encontraba en la Vuelta tras correr la vuelta francesa y adelantó dos meses la programación para encontrar esas buenas sensaciones en el Tour tras el Giro.

Experto en preparación física, él mismo se encarga de su preparación. Cuentan que en el 2005 recurrió al italiano Cecchini y, que tras acabar el 85 ese Tour, le llamó para decirle que rompía con él. «Conozco mi cuerpo mejor que nadie y seré mi propio entrenador». A los dos meses de trabajo consigo mismo ganó la Vuelta en su primer año con el Rabobank.

Su fichaje por el equipo holandés, que le pagaba el triple que lo que cobraba en Illes Balears, fue una decepción para Etxabarri y Unzue, que en 1998 recibieron la llamada de Francis Lafarge, su hombre de confianza en el Estado francés, para decirles que había encontrado un talento en la Ronde d'Isard que el ruso ganó con veinte años por delante de Aitor Silloniz tras imponerse en Plateau de Beille.

Su equipo, el Lada Samara ruso, les pedía 120.000 euros y consiguieron rebajar esa pretensión hasta los 3.000 en material. En 1999 se desplazó a la residencia en la que Banesto pulía a sus ciclistas y desde entonces es un navarro más, aunque en su casa de Gorraiz, donde se ha asentado tras vivir en Mutilva, habla en ruso con su mujer y sus tres hijos. Corrió un año en aficionados con Ibanesto con buenos puestos y en 2000 pasó a profesionales. En 2001 ganaba el Tour del Porvenir, en el año 2003 era el mejor joven en el Tour y en 2004 explotaba con victorias en una etapa y general en Euskal Herria, y etapas en París-Niza, Aragón y Vuelta. Rabobank vio en él al corredor Tour que necesitaba y apostó fuerte.

Por ahora sus mejores resultados los ha logrado en las dos Vueltas y el Giro que ha ganado, pero en su mente hay una palabra que sobresale sobre las demás. El Tour. Le falta superar los Alpes como los Pirineos y piensa que es cuestión de limar pequeños detalles. El año pasado perdió tiempo en situaciones en las que no lo debe perder y ahí espera corregirlo con la moral y la forma reforzada en Italia.

La clasificación mundial

Ahora descansará un mes, verá etapas del Tour y después acudirá a Mónaco con más tranquilidad y confianza que ninguno de sus rivales. Además lo hará probablemente como mejor corredor de la UCI, clasificación mundial que lidera tras el Giro.