Un Giro extraño terminó el domingo con muy pocos vencedores. Sólo siete equipos lograron victorias y siete corredores se repartieron 15 de las 21 etapas -tres para Cavendish y dos para Boasson Hagen, Di Luca, Petacchi, Menchov, Scarponi y Sastre-. Los organizadores apostaron por un recorrido diferente con muchas etapas duras, sobre todo por kilometraje, pero sólo una verdadera jornada de alta montaña, la del Monte Petrano, porque la de Pinerolo se suavizó. Por eso todas las etapas con montaña se redujeron a la disputa del último puerto y dos corredores, Menchov y Di Luca, fueron superiores a las demás. Entre ellos decidió la superioridad del ruso en la contrarreloj. Fueron pocos los ganadores y muchos los derrotados. Al margen de los quince equipos que no ganaron ninguna etapa, a nivel individual fallaron los dos corredores que aparecían en las quinielas como grandes favoritos: Ivan Basso y, sobre todo, Levi Leipheimer. El italiano demostró que no es fácil recuperar el nivel del 2006 tras sus dos años de sanción y el norteamericano estuvo por debajo de lo que se esperaba. Fue de más a menos y en las dos contrarreloj no rindió a su nivel. De hecho, Lance Armstrong ha sido el corredor más fuerte de Astana al final del Giro. Tras más de tres años desde su retirada en julio del 2005, tiene mucho mérito su primera actuación en una grande que no pudo preparar bien por su rotura de clavícula en Castilla-León. Además de por su nivel más que aceptable, el tejano ha ganado fuerza en el equipo por los problemas económicos de Astana, que lo convierten como el más indicado para solucionarlos por su capacidad para generar recursos. En el Giro ha demostrado que aún está lejos del nivel de Contador y no parece que un mes sea tiempo suficiente para acercarse al madrileño, pero ha salido reforzado por todo lo vivido en el Giro, como Menchov y Sastre, de cara a su gran reto del Tour.