Quiebra de General Motors
Obama avala el apoyo a GM para evitar «un colapso devastador»
General Motors se declaró finalmente en quiebra y durante los próximos meses pretende crear una «nueva General Motors» eliminando fábricas, marcas y miles de empleos. Washington será su principal accionista y apoya el plan para evitar «un colapso que devaste la economía».
GARA | WASHINGTON
General Motors (GM), el mayor fabricante de automóviles de Estados Unidos, se declaró ayer en quiebra en un tribunal de Nueva York al no poder reestructurar su deuda tal y como había exigido el Gobierno estadounidense. Tanto GM como la Casa Blanca prevén que la empresa se mantendrá en quiebra «entre 60 y 90 días», el tiempo suficiente para completar su reestructuración que supondrá la eliminación de miles de puestos de trabajo, la reducción de su deuda y el cierre de 14 plantas de montaje así como miles de concesionarios.
La Casa Blanca anunció en la noche del domingo que proporcionará al fabricante de automóviles 30.100 millones de dólares, que se sumarán a los casi 20.000 millones ya aportados, para que pueda funcionar durante la quiebra.
El plan de GM y el Gobierno estadounidense es que los activos «buenos» del fabricante sean vendidos durante el proceso judicial a la nueva GM mientras que los activos no rentables serán liquidados.
El Gobierno de EEUU contará con el 60% del accionariado de la nueva General Motors, mientras el sindicato United Auto Workers tendrá un 17,5% con la posibilidad de llegar al 20%. Además el Gobierno de Canadá, que aportará otros 9.500 millones de dólares, conservará una participación del 12,5% y los acreedores un 10% con la posibilidad de llegar hasta el 25%.
El presidente de EEUU, Barack Obama, defendió su decisión de intervenir General Motors con una nueva inyección de 30.000 millones de dólares de los contribuyentes, y argumentó que su Administración se ha visto obligada a hacerlo aunque no quería porque haber permitido su «colapso habría sido devastador» para la economía del país y para millones de estadounidenses. Obama advirtió en una comparecencia pública en la Casa Blanca que el proceso de suspensión de pagos de General Motors iniciado será más largo y costoso que el que está a punto de concluir Chrysler.
Accionista reacio
«El colapso del sector sería devastador para nuestra economía», afirmó Obama, quien en varias ocasiones reiteró la importancia de una industria automovilística «competitiva y viable», al tiempo que reconoció que se seguirán perdiendo más empleos y cerrando nuevas plantas, y pidió a los consumidores que no teman al proceso de reestructuración porque tendrán «todas las garantías».
El presidente atribuyó a una situación heredada el hecho de encontrarse en la «ingrata posición» de tener que intervenir en empresas privadas.
«Estamos actuando como un accionista reacio, porque es la única forma de ayudar a General Motors ha renacer con éxito», afirmó Obama, quien insistió en que su administración no tiene intención de controlar la gestión de la empresa y que sólo ejercerá sus derechos como accionista en momentos de extrema necesidad.
Obama, que reconoció que el proceso de bancarrota «no será fácil para muchos estadounidenses», mostró su convencimiento de que al final surgirá una nueva General Motors más «sólida y competitiva» que permitirá que la empresa vuelva a convertirse en una parte integral del futuro económico de Estados Unidos. Aseguró que el sacrificio que tendrán que hacer muchos estadounidense es necesario para las generaciones futuras, pero supondrá, a su juicio, «el final del viejo GM y el inicio de un nuevo GM con una posición de liderazgo».
General Motors, por su parte, precisó que la suspensión de pagos no afectará a las operaciones de fuera de Estados Unidos.
La nueva GM que emergerá de la quiebra será radicalmente distinta a la empresa que dominó el sector durante décadas, con la mitad de marcas, bajo la tutela estatal y sin las cargas del pasado. Clausurará en Estados Unidos once plantas y cerrará temporalmente otras tres, lo que supondrá la desaparición de 21.000 puestos de trabajo. Además, eliminará unos 2.400 concesionarios para retener poco más de 3.600. Y mantendrá sólo cuatro de sus ocho marcas. Se quedará con Chevrolet, Cadillac, Buick y GMC y eliminará Pontiac, Saturn, Saab y Hummer. La Casa Blanca aseguró que tras los acuerdos alcanzados en con el sindicato UAW y más de la mitad de los acreedores, así como otras medidas, se han eliminado más de la mitad de las responsabilidades financieras de la antigua GM.
Por su parte, Fritz Henderson, presidente y consejero delegado de General Motors afirmó que «hoy es un día difícil pero muy importante» para la compañía porque marca el inicio de la «reinvención» del fabricante de automóviles. «Hoy la vieja GM es historia. Hoy empieza la nueva General Motors», declaró.
Henderson mantuvo el mismo tono optimista que el expresado por Obama y aseguró que la nueva GM será más pequeña y orientada hacia el cliente. General Motors dejará hoy de cotizar en la Bolsa de Nueva York y abandonará tras 83 años el índice Dow Jones de Industriales.
La quiebra de General Motors ha pasado a engrosar la lista de las mayores suspensiones de pagos registradas en Estados Unidos desde 1980. De hecho, se trata de la cuarta mayor en función de los activos en juego y de la mayor en el sector industrial.La ley de bancarrotas de Estados Unidos da tiempo a una empresa para reestructurarse, protegida temporalmente de sus acreedores, con la esperanza de sobrevivir. General Motors informó ayer de que cuenta con bienes por valor de 82.300 millones de dólares, mientras que sus deudas ascienden a 172.800 millones, ya que un requisito de la declaración de bancarrota es que la compañía revele sus activos y deudas. La lista la encabeza el banco Lehman Brothers, con 691.000 millones, que el 15 setiembre de 2008 quebró sin que el Gobierno de EEUU acudiera a su rescate. Le sigue el banco Washington Mutual (26 setiembre 2008), con 327.900 millones y WorldCom (21 julio 2002) con 103.900 millones. Tras General Motors, se sitúan Enron (2 diciembre 2001), 65.500 millones; la aseguradora Conseco (17 diciembre 2002), 61.400 millones; Chrysler (30 abril 2009), 39.300 millones; Pacific Gas and Electric (6 abril 2001), 36.100 millones; Texaco (21 abril 1987) 34.900 millones y Financial Corporation of America (9 setiembre 1988), 33.800 millones. Con sus rescates, el Gobierno estadounidense se ha convertido en accionista principal o significativo de la aseguradora AIG, las inmobiliarias Fannie Mae y Freddie Mac, el banco Citigroup, la financiera GMAC, Chrysler y General Motors, aunque ha rehusado intervenir en las decisiones empresariales.
La nueva General Motors se compromete con el Gobierno de Washington a producir en Estados Unidos un nuevo automóvil de reducidas dimensiones. La producción se realizará en una de las factorías que GM cerrará de forma temporal.
Timothy Geithner AEBetako Altxorreko idazkariak krisia oraindik «gogorra eta arriskutsua» dela adierazi du. «Atzeraldi globala indarra galtzen» ari dela azaldu zuen Geithnerrek. Hala ere, munduaren zati handi batean, krisia oraindik «gogorra eta arriskutsua» dela nabarmendu zuen. Nazioarteko Diru Funtsaren aurreikuspenen arabera, 2009an mundu mailako barne produktu gordina 60 urtetan lehendabizikoz negatiboa izango dela gogorarazi zuen. AEBetako automobil-industriaren egoera traketsari dagokionez, porrota gainditutakoan General Motors eta Chrysler enpresak beren kabuz funtzionatzeko gai izango diren itxaropena duela adierazi zuen.
Chrysler quedó ayer un paso más cerca de salir de la bancarrota después de que el juez que tutela su quiebra autorizase el traspaso de sus activos al grupo que nazca de la fusión con el grupo italiano Fiat. «La transacción con Fiat es la única alternativa viable, y la mejor opción posible ante la liquidación de la empresa», dijo el juez de Nueva York, Arthur González. El presidente de EEUU, Barack Obama, aseguró tras la decisión del juez, que la salida de Chrysler de la bancarrota es cuestión de días y que la fusión con Fiat permitirá salvar «decenas de miles de puestos de trabajo», en EEUU y abrirá «la senda hacia una empresa más competitiva en el futuro».
La aprobación de la fusión con Fiat es el paso último y definitivo para la salida de la quiebra de Chrysler, que se declaró en bancarrota el pasado 30 de abril y que ahora renacerá a través de la fusión con Fiat, de la que nacerá el llamado «Grupo Chrysler».
Además, se cumple así la exigencia que marcó el Gobierno de Barack Obama de establecer la salida de la quiebra en un plazo máximo de 60 días. Chrysler se declaró en quiebra después de que un grupo de acreedores rechazase cancelar 6.900 millones de dólares en deuda asegurada cambio de recibir 2.000 millones de dólares en metálico. De nada sirvieron las ayudas que le había dado el Tesoro estadounidense en diciembre pasado y a principios de este año, que ascendieron a 8.000 millones de dólares.
El presidente y consejero delegado de Chrysler, Robert Nardelli, se mostró satisfecho por la decisión del juez, que permitirá lanzar al nuevo grupo, dijo, «como una nueva compañía vibrante formada con Fiat». El nuevo Grupo Chrysler estará controlado mayoritariamente por una sociedad vinculada al sindicato United Auto Workers, que contará con una participación del 55%, en tanto que Fiat controlará inicialmente un 20%, porcentaje que podrá crecer hasta el 35% si se logran ciertos objetivos. El Departamento del Tesoro y United Auto Workers (UAW) han acordado que, a pesar de contar con la mayor participación accionarial, el sindicato no participará en la gestión de la nueva Chrysler, tarea que quedará totalmente en manos de Fiat. Estados Unidos contará con una participación 8%, y el de Canadá con un 2%. La decisión del juez también permitirá a Chrysler desprenderse de ocho factorías y anular acuerdos con 789 concesionarios, con la consiguiente pérdida de miles de puestos de trabajo.
La quiebra de General Motors supone la caída del gigante industrial que mejor ha representado el modelo capitalista estadounidense. A principios de los 50, Estados Unidos se disputaba el liderazgo con la Unión Soviética y su maquinaria industrial funcionaba a plena capacidad. Las factorías de General Motors escupían automóviles a una velocidad vertiginosa para satisfacer el sueño americano. En 1954, su cuota de mercado en EEUU había alcanzado el 54%. Millones de familias dependían económicamente de ella. La ligazón entre GM y el país era tal que en 1953 el presidente Dwight Eisenhower nombró al presidente de GM, Charles E. Wilson, secretario de Defensa, quien asoció el futuro de Estados Unidos al de su empresa. A principios de los años 1980,se había convertido en un gigante descomunal, con más de 850.000 empleados en el mundo. Sus ingresos pasaron de 62.700 millones de dólares en 1981 a 123.600 millones en 1988. A la llegada del nuevo siglo contaba con un listado impresionante de marcas -Buick, Oldsmobile, Cadillac, GMC, Chevrolet, Vauxhall, Opel, Saab, Saturn, Daewoo y Hummer- pero dependía de que los consumidores seguirían comprando grandes todoterrenos con altos consumos de gasolina y carecía de estrategia de cambio. Mientras, Toyota, Honda y Nissan le robaban día a día cuota de mercado, dejando al descubierto sus puntos débiles. El ascenso de los precios del petróleo y la crisis fueron la puntilla. Los compradores desaparecieron y las ventas se desplomaron. De 2006 a 2008, sus pérdidas sumaron 90.000 millones de dólares y el castillo de naipes del icono del capitalismo ha caído con inusitada velocidad.