Salvados por la campana
Los rojillos estuvieron a un paso de terminar ardiendo en la hoguera de sus vanidades
Protagonizaron la peor primera vuelta de su historia, sumando sólo 13 puntos.
Natxo MATXIN | IRUÑEA
Osasuna se montó en la montaña rusa de la Liga 2008-09 y estuvo en un tris de acabar saliendo despedido hacia la Segunda División. De la empinada cuesta que supuso el inicio de la competición -13 raquíticos puntos al acabar la primera vuelta- se pasó a la esperanza de la remontada, para terminar volviendo a sufrir como el año anterior por el exceso de confianza de un equipo que no tiene margen para ello.
Ciertamente, a la escuadra navarra le faltó nada para acabar ardiendo en la hoguera de su propia vanidad. La plantilla de un club que siempre ha destacado por trabajar desde la humildad no puede abandonarse a la pachorra si se está a un paso de conseguir el objetivo y, sobre todo, cuando se ha estado a una distancia muy cercana del precipicio.
Una vez más, la afición fue lo mejor de la temporada. El corazón de la hinchada rojilla volvió a demostrar que goza de buena salud si tenemos en cuenta que ha tenido que superar un sinfín de disgustos provocados por las actuaciones de los suyos y por otros factores externos, como algunos de los pésimos arbitrajes sufridos.
Dos campañas consecutivas salvándose en la última jornada ya es suficiente aviso como para ponerle remedio lo antes posible. El peligro de la pérdida identitaria de un club abanderado del sudor y la lucha es un hecho latente al que la planificación de la próxima temporada tendrá que ponerle remedio si no se quiere materializar el refrán de que a la tercera va la vencida.
Relevo en el banquillo
La campaña 2008-09 dio lugar, además, a un hecho insólito en la reciente historia osasunista, como fue el relevo en el banquillo que se produjo cuando apenas se llevaban disputadas seis jornadas ligueras, con el despido de Ziganda y la llegada de Camacho.
Y ahora, a la espera de lo que suceda con la continuidad del técnico murciano, la entidad navarra podría estar planteándose el inicio de un nuevo ciclo que reverdezca viejos laureles o, por lo menos, aminore el sufrimiento de sus seguidores.
Algunos fichajes, detrás de los cuales han estado considerables operaciones económicas, han acabado siendo auténticos fiascos, como son los casos de Ezquerro o Portillo, este último incorporado la anterior campaña.
Fue la sorpresa más agradable de la campaña recién finalizada. Ver a un recuperado Walter Pandiani sentirse como el goleador que ha sido durante toda su trayectoria deportiva, después de la temporada 2007-08 prácticamente en blanco por las lesiones y la mala relación con Ziganda.
Los once goles anotados por el delantero charrúa, que igualaron la marca conseguida por Soldado hace dos años y se quedaron a sólo tres de la firmada por Rosado en la reciente historia rojilla en Primera, mantuvieron al equipo vivo, ya que algunos de ellos supusieron puntos trascendentales para la clasificación.