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¿Quién manda realmente en el PSOE?

Un somero repaso de las políticas, decretos, nombramientos y decisiones tomadas por el PSOE desde que José Luis Rodríguez Zapatero tomó posesión de su cargo de secretario general crean una seria duda sobre quién manda realmente en ese partido. Si se comparan la ideología que profesan y la agenda política que supuestamente defienden Zapatero y sus colaboradores originales con las medidas adoptadas por su partido y su Gobierno, se ve claramente que unas y otras no casan.

También se constata que la responsabilidad de esas medidas no se puede achacar a la presión del Partido Popular, de la judicatura o de la Conferencia Episcopal, sino que son consecuencia directa de la debilidad de Zapatero dentro de su propio partido, dentro del Gobierno que él mismo ha nombrado, y de la capacidad de bloqueo que tienen aquéllos que, precisamente, llevaron al PSOE a una crisis total a finales de la pasada década. Se supone que sus militantes eligieron a Zapatero en vez de a José Bono en las elecciones primarias de 2000 para cambiar esa podrida estructura, pero con la llegada a La Moncloa aquel deseo de cambio interno fue definitivamente abortado. La memoria histórica, los estatutos, el aborto... a estas alturas son decenas las veces en las que el partido o el Gobierno han tumbado promesas electorales del presidente del Gobierno español supuestamente basadas en las más profundas de las convicciones políticas.

La última disputa en la que la posición defendida por Zapatero y la decisión adoptada de su partido difieren -y en la que, según todos los indicios, se volverá a imponer la postura de los antiguos «barones socialistas»- se refiere al valor de la energía nuclear, en general, y a la prórroga de la central de Garoña, en concreto. En cualquier partido, si tantos cargos cuestionasen a su líder de manera tan clara y pública como lo han hecho en estas semanas varios ministros o parlamentarios del PSOE, éstos serían cesados fulminantemente. Porque el lobby que ha neutralizado la promesa de Zapatero de cerrar Garoña no lo dirige José María Aznar, sino Felipe González.

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