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Elecciones al Parlamento europeo

Guía para no perderse en el laberinto electoral comunitario

375 millones de electores en 27 estados distintos en unos comicios que arrancaron el pasado jueves para elegir 736 escaños. Más allá de la ensalada de números, y aparte del índice de abstención, que será indicativo del estado de salud de la idea comunitaria, los resultados serán decisivos en buena parte de los estados de la Unión y en un escenario de crisis global como el actual.

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GARA | DONOSTIA

En espera del cierre de los colegios electorales, convendrá fijar la vista en una serie de escenarios, generales y concretos, que marcarán a la postre el devenir político de los próximos meses. Ahí va una guía sobre los principales puntos de atención en estas elecciones europeas.

Abstención

Están convocados para hoy los electores de 19 de los 27 países miembros. Gran Bretaña y Holanda fueron los más madrugadores votando el jueves. Le siguieron Irlanda y República Checa el viernes. Eslovaquia, Letonia, Malta y Chipre votaron ayer.

Recuento

Italia será el último país en cerrar las urnas a las diez de la noche de hoy. En puridad «democrática» todos los países deberían esperar a este cierre para comenzar a hacer públicos sondeos y datos, aunque se da por descontado que comenzarán a publicar resultados parciales a medida de que avancen en sus respectivos recuentos. Más si se tiene en cuenta que el Gobierno holandés se saltó a la torera la prohibición e hizo públicos sus resultados escasas horas después de la clausura de los colegios electorales.

Prácticamente todos los analistas dan por seguro un bajo nivel de participación. En las anteriores elecciones de 2004, la abstención alcanzó una media del 45%. El índice de participación en Holanda, casi un punto inferior a hace cinco años (en torno al 40%) no invita al optimismo de unos líderes comunitarios que hasta el último minuto se han prodigado en rogativas para la participación. No en vano son conscientes de la creciente deslegitimación de las instituciones europeas.

Extrema Derecha

El descrédito de la clase política dirigente unido al euroescepticismo rampante y la gravedad de la crisis global se está convirtiendo en el caldo de cultivo para la emergencia -realmente nunca ha dejado de estar ahí- de la ultraderecha. Nuevamente el precedente de Holanda, con el segundo puesto para el Partido de la Libertad (PVV), conocido por sus tendencias islamófobas.

Pero el temor no acaba en La Haya. Desde los países del este hasta Gran Bretaña -con el escándalo de las dietas parlamentarias- y Finlandia, formaciones que hacen de su seña de identidad el odio a los inmigrantes y a minorías como los gitanos o los musulmanes han encendido todas las luces de alarma.

Sólo los estados en los que la derecha tradicional ha fagocitado a estas posiciones extremas asumiéndolas como propias -los casos del Estado español y el francés y de Italia son paradigmáticos-, se libran. Nulo consuelo en una Europa que no ha hecho sino alimentar estas posiciones con unas políticas erráticas y escasamente comprometidas con una solución integradora real del otro, del diferente.

El «futuro» de Brown

Hostigado por el escándalo de las dietas parlamentarias -la puntilla a una gestión muy criticada desde que en junio de 2007 tomara el testigo de manos de Tony Blair-, el primer ministro británico lucha contra el reloj frente a una rebelión laborista que se ha anticipado a los anunciados malos resultados para el laborismo en las elecciones municipales y europeas que se simultanearon el pasado jueves.

Las encuestas de las europeas auguraban para esta formación histórica el tercero e incluso el cuarto puesto por detrás del pequeño partido UKIP (que defiende la salida de la UE) e incluso de los liberal-demócratas.

Irlanda

Habrá que prestar asimismo atención al grado de descalabro del histórico Fianna Fail cuando ya se ha dado por muerto y enterrado al llamado Tigre Celta y que resultó ser un tigre de papel. El resultado y las posibles consecuencias en la política interna se seguirán con lupa. Más cuando los irlandeses del sur han vuelto a ser llamados en octubre a ratificar «sí o sí» el Tratado de Lisboa que ya rechazaron.

Sinn Féin

Habrá que poner igualmente la mirada en el resultado que cosechará Sinn Féin en el conjunto de la isla. De un lado, la formación republicana, de la mano de la actual eurodiputada Bairbre de Brún, podría haberse convertido el pasado jueves en la más votada en el norte de Irlanda. La razón de ello, junto al imparable ascenso republicano en los últimos años, residiría en la división del voto tradicional del DUP por la emergencia del tránsfuga Jim Allister.

Más aún, y rompiendo un segundo tabú para los unionistas, podría ser la primera vez en que los representantes nacionalistas en Estrasburgo superen a los unionistas. Ello tendría que ver con la polémica alianza entre los conservadores británicos y los unionistas del UUP, que puede tener una incidencia directa en la transferencia de votos del SDLP -se vota por listas abiertas- reservando un eurodiputado a esta formación socialdemócrata irlandesa.

Por lo que toca al sur de Irlanda, el descenso de cuatro a tres eurodiputados por la circunscripción de Dublín debería, en principio, hacer imposible que la republicana Mary Lou McDonald repitiera como eurodiputada. No obstante, la crisis del gubernamental Fianna Fail, -Fine Gael y laboristas parecen tener asegurado su escaño- puede hacer posible lo que a todas luces era visto como inalcanzable.

Estado francés

Con la anunciada victoria del UMP del presidente francés, Nicolas Sarkozy, la atención estará dirigida hacia los resultados que coseche el PS (la barrera del 20% de votos se perfila como decisiva). Las heridas tras la enconada batalla interna entre Martine Aubry y Ségolène Royal están lejos de cicatrizar en esta formación. Tendrá su interés cotejar los resultados de las formaciones a la izquierda de los socialdemócratas, desde el NPA de Olivier Besançenot hasta la candidatura liderada por José Bové. Más habida cuenta de la tradicional pujanza de la izquierda francesa en las distintas citas electorales.

Independentismo maorí

Keeiatapu Maamaatuaiahutapu podría convertirse en el primer independentista maorí en sentarse en el hemiciclo de Estrasburgo. Las reclamaciones en las recientes revueltas en los territorios llamados de Ultramar han sido decisivas a la hora de conformar esta alternativa, posible tras el apoyo por parte del PS al candidato del movimiento Tavini Huiraátira y a la agrupación de todas las colonias insulares (menos Corsica) en un distrito único.

Estado español

Las elecciones se dirimen igualmente en clave doméstica, habida cuenta de la sintonía de ambos partidos mayoritarios a la hora de votar en Estrasburgo. El PP confía en una victoria, siquiera por la mínima, para desgastar al Gobierno de Zapatero en plena crisis económica y retomar la esperanza en una victoria -hay quien en la sede de la calle Génova duda de que ésta fuera posible a la tercera oportunidad con su actual líder, Mariano Rajoy-. Y eso en plena crisis de la derecha con los escándalos de corrupción en Valencia y en Madrid.

Crisis por corrupción, las encuestas auguran un empate técnico entre los dos partidos mayoritarios que se beneficiarán de la inmensa mayoría de los escaños «gracias» a la circunscripción única.

El resto de grupos deberán contentarse, en su caso, con las migajas.

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