Atilio A. Boron 2009/6/3
¿Cuba en la OEA?
America Latina en movimiento
Luego de 47 años la 39ª Asamblea General de la OEA selló ayer un acuerdo para derogar por unanimidad la exclusión de Cuba aprobada en 1962. (...)
Primero, la resolución es un síntoma de los grandes cambios que han tenido lugar en el panorama sociopolítico de América Latina y el Caribe en los últimos años y cuyo signo distintivo es la persistente erosión de la hegemonía norteamericana en la región. (...)
Segundo, el debilitamiento de su hegemonía no significa que Estados Unidos renuncie a apoderarse, por otros medios, de los recursos y las riquezas de nuestros países o a tratar de controlar a nuestros gobiernos. (...) ante el declinar de su hegemonía su respuesta fue nada menos que la activación de la Cuarta Flota (...). Y Obama no ha emitido la menor señal de que piensa cambiar esa política.
Tercero: Cuba, así como los demás países de Nuestra América, nada tienen que hacer en la OEA. (...) mesta institución reflejó un momento especial en la evolución del sistema interamericano: el de la absoluta primacía de Estados Unidos. Esa etapa ya ha sido superada (...). Ante esta situación, la OEA está condenada por su larga historia como dócil instrumento del imperialismo: legitimó invasiones, asesinatos políticos, magnicidios, (algunos, como el de Orlando Letelier, perpetrados en Washington), golpes de estado (...). Cuando en Mayo del 2008 estalló la crisis en Bolivia el conflicto fue rápidamente solucionado por los países de América Latina sin que la OEA jugara papel alguno. No hizo falta. No hace más falta.
Cuarto: lo que sí hace falta es fortalecer y coherentizar sin más dilaciones los diversos proyectos de integración de los países de América Latina y el Caribe, como el ALBA o la UNASUR, iniciativas distintas pero que expresan la realidad contemporánea de la región. La OEA, en cambio, es una institución insanablemente anacrónica y por eso mismo inservible: representa un mundo que ya no existe sino en los delirios de los nostálgicos de la Guerra Fría y por eso no puede hacer ninguna contribución para enfrentar los desafíos de nuestro tiempo. (...)