La txapela, un tocado con anédotas que hoy sólo un pelotari podrá vestir
Como tradición, en todas las citas pelotazales siempre se le otorga una txapela al campeón. Pero, ¿cuáles son sus orígenes? En este reportaje se repasa la historia, las anécdotas e incluso descubrimos cómo es la txapela que lucirá esta tarde el vencedor del Manomanista.
Imanol CARRILLO
Existen diversas teorías del surgimiento de la txapela, pero aún hoy no hay ningún acuerdo entre los historiadores. Si esto fuera poco, el propio nombre ya suscita polémica. Y es que para Resurrección María Azkue, la boina no es una txapela, ya que este segundo vocablo significa sombrero. Por lo tanto, la boina es una txapela en cuanto cubre cabezas, pero no toda txapela es boina.
Volviendo al surgimiento de la txapela, la teoría tradicional, defendida por René Cruzacq, remite a su origen pirenaico. Algunos apuntan a los labradores bearneses como los primeros en utilizar este tipo de tocado, que se generalizó por los Pirineos, para pasar por el Bidasoa a Gipuzkoa.
Independientemente de los orígenes de la txapela, hubo que esperar a las Guerras Carlistas para que esta prenda se generalizase por toda Euskal Herria. En esta época, la txapela cobró auténtica carta de naturaleza como elemento representativo de los insurrectos carlistas y buena prueba de ello fue la prohibición que Baldomero Espartero hizo de su uso.
En 1838, Espartero decretó que se prohibiese el uso de la txapela convencido de que con ello se tendería a la confusión y alarma. El incumplimiento de estas medidas llevaría penas que oscilaban desde una multa la primera vez, hasta la prisión para los reincidentes.
Con el tiempo se vio que esta medida no tuvo efectividad alguna y que la txapela pasó a convertirse en parte de los uniformes de diferentes cuerpos militares y policiales, como los Gudaris del Gobierno Vasco de la II República, el de los Miqueletes navarros o el de la actual Ertzaintza.
El momento álgido de la generalización de la txapela llegó con la industrialización de su proceso de producción. Con los adelantos de las manufacturas textiles, pronto se crearon importantes fábricas que se especializaron exclusivamente en la fabricación de txapelas y que han pervivido prácticamente hasta la actualidad.
Hoy en día el uso de este tocado como prenda de diario ha quedado relegado prácticamente a un plano muy secundario. Sin embargo, nunca ha tenido tanto reconocimiento social como prenda vasca por excelencia. En las últimas décadas se ha instituido como trofeo o galardón a los campeones -txapeldunes- de cualquier competición realizada en Euskal Herria.
Una de esas empresas encargadas de vestir la cabeza de los campeones se llama Txapelmedia, que ha diseñado la txapela que lucirá esta tarde el vencedor del Campeonato Manomanista que disputarán Irujo y Olaizola II.
Proceso de bordado
Esta sociedad ubicada en Bilbo nació en el año 2000 a través de una empresa que vendía máquinas habituales de bordaje. Pero estas herramientas tenían un inconveniente: no podían bordar txapelas, ya que el reborde que tienen hacia dentro, donde se coloca la cabeza, no permitía bordar sin atravesar la txapela. Este obstáculo, sumado a la gran demanda de txapelas bordadas, fue la clave para realizar modificaciones en esas maquinas, de manera que las hicieron viables para poder bordar en este material.
El proceso de bordado de una txapela ha experimentado cambios considerables a lo largo de los años. Antes se realizaban a mano y se necesitaban unas dos o tres horas. Pero las mujeres encargadas de esta labor han ido envejeciendo y cada vez se realiza menos este trabajo. Gracias a esta máquina de bordado -que no se puede mostrar mediante fotografías debido a que existe un tema de patente-, el tiempo de trabajo se simplifica, empleándose entre quince minutos y una hora aproximadamente, dependiendo del tipo de diseño de la txapela.
En cuanto al proceso de bordado, éste es simple. Se hacen unos marcados con tiza en la txapela y se le pone una serie de entretelas para que no dé problemas en la máquina. Después del tiempo señalado anteriormente, se saca, se limpia de hilos y entretelas, se le coloca el forro interior, y acto seguido se pasa por la plancha a vapor para darle el último retoque.
El resultado final se ve muy a menudo en las grandes citas pelotazales: tamaño txapeldun -el más grande-, negra y con el bordado del campeonato, como se puede apreciar en la imagen inferior.
Ahora ya sólo falta esperar quién será el pelotari privilegiado en vestir la txapela de vencedor del Campeonato Manomanista 2009. La pelota está en juego, y la txapela busca su cabeza.