E xisten notables similitudes a ambos lados del Pirineo frente a lo que se manifiesta actualmente como un problema socio-ambiental de primer orden. El TAV se trata de una infraestructura de transporte que se justifica oficialmente por la saturación actual de la red ferroviaria y viaria y el crecimiento del tráfico, y a ambos lados de la frontera franco-española se producen movilizaciones y consultas populares y el movimiento ecologista, los sindicatos o el movimiento popular de oposición a esta infraestructura ferroviaria han denunciado repetidamente la falta de información, el ocultamiento de datos y la falta de debate y decisiones democráticas. No obstante, también existe un elenco de características que marcan un tipo de conflicto socio-ambiental diferente en Iparralde y en Hegoalde.

Para empezar, el TAV (TGV en francés) que sale de París llega diariamente a Hendaia desde 1990, pero no en alta velocidad. En Francia, la administración central quiere diseñar nuevas vías para aumentar la velocidad (LGV) y la oposición dice que se mejoren las actuales, que a su entender son suficientes para atender el tráfico de personas y mercancías. También es distinto el tipo de respuesta social que comenzó con una combinación de argumentos ecologistas (CADE*) y de reacciones tipo NIMBY (No en mi Patio Trasero) en barrios y municipios afectados y recientemente de voces institucionales preocupadas por las exigencias financieras del proyecto. En cualquier caso, la pelea es muy desigual; por un lado aparecen las instituciones francesas y locales junto a los medios de comunicación (SNCF, RFF, Gobierno central, Consejo de Aquitania, instituciones locales, ``Sud-Ouest''..), y por el otro el ecologismo (CADE), junto a vecinos de localidades afectadas y algunos sindicatos, componen el movimiento opositor al proyecto al que recientemente se le han sumado asociaciones sui generis como Burruntz Elkartea, que se sienten engañadas por el poder central.

Comparativamente con el sur, en Iparralde el movimiento es más reducido y débíl socialmente, pero por algunas circunstancias que vamos a relatar tiene visos de poder hacer valer sus posiciones críticas. En el año 2006, en varias localidades de Iparralde la Administración organizó un nuevo proceso de consulta para tratar de buscar la opinión mayori- taria de la sociedad vasco-francesa, que debían optar entre tres itinerarios distintos. La posición ecologista no fue fácil pues las condiciones del debate fueron muy adversas para los críticos a las nuevas líneas, pero CADE decidió participar animando a la gente a acudir y hacer visible su oposición a tales planes. En las diversas reuniones convocadas participaron 6.000 personas (en Iparralde viven 300.000), aunque fueron muy pocas las voces disidentes que pudieron expresarse y en muy poco tiempo. Posteriormente, aprovechando la convocatoria de elecciones municipales en Uztaritz y Muge- rre, se realizaron dos consultas el 9 de marzo de 2008, donde la opción al TAV salio claramente reforzada.

Ahora parece que temporalmente han ganado. Temporalmente, porque esta- mos acostumbrados a ver cómo se resucitan proyectos enterrados al cabo de varios años, como es el caso de la incineradora en Gipuzkoa, por poner un ejemplo. Pero hoy debemos apuntarlo en el haber como una victoria del movimiento ecologista y popular.

* En Iparralde, con la excepción de algunas organizaciones conservacionistas, el movimiento ecologista se organiza en una confederación llamada CADE que nació a principios de los 90 y que reúne a una treintena de grupos locales y campañas diversas.