Ánimo pues, valientes seguidores albiazules
Jon ORMAZABAL
Dentro de todo lo duro que resultó el desenlace del partido de ayer en Balaídos -una cancha que tan buenos recuerdos nos traía-, uno quiere quedarse con la agradable sensación de que, por mucho de que los titulares hablarán hoy del descenso a los infiernos del equipo gasteiztarra, si algo demostró ayer el Deportivo Alavés es que sigue vivo.
Porque por muchas cornadas que haya recibido, por mucho que su dimensión parezca minúscula comparándolo con algunos de sus vecinos, un equipo que movilizó ayer, en una situación tan complicada, a más de 800 aficionados hasta Vigo -el porcentaje es brutal si tenemos en cuenta que a Mendizorrotza van unos 7.000 aficionados-, puede estar cualquier cosa menos muerto.
Estar a la altura en los momentos gloriosos es fácil, pero son momentos como los actuales los que dan la verdadera talla de una afición. Ahora que el himno de Alfredo Donnay está más vigente que nunca, no queda más que felicitar y animar a los valientes seguidores alavesistas que dieron la talla en la ciudad pontevedresa y desearles que sigan ahí cuando «resurja potente otra vez».