Las noticias y denuncias por las irregularidades en los comicios del pasado domingo llevan camino de adquirir dimensiones de escándalo político de primera magnitud, toda vez que el proceso electoral no ofrece las mínimas garantías para certificar que los datos que ha publicado el Ministerio español de Interior sean el reflejo real de las papeletas depositadas en las urnas. Además, al rosario de irregularidades que han salido a la luz en innumerables localidades se unían ayer las trabas que están encontrando quienes pretenden esclarecer lo ocurrido. Así, si en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa se cifraban en 1.468 los votos que Interior dejó de atribuir a Iniciativa Internacionalista, en el resto del Estado sigue siendo poco menos que misión imposible aventurar una cifra. En Catalunya, por poner sólo un ejemplo, los votos nulos han desaparecido de forma cuando menos sospechosa en Sabadell y Manresa.

Con todo, lo más insólito sigue siendo que, ante la avalancha de denuncias (no sólo de II-SP, sino también de otros partidos) y la constatación de las irregularidades, el ministro Rubalcaba siga sin aparecer en público para dar explicaciones. Nunca un silencio fue más elocuente.