Al menos ocho personas murieron al estallar una bomba en el mercado de Dera Ismail Jan, en el noroeste de Pakistán, muy cerca de donde el Ejército de Islamabad continúa con sus operaciones contra los talibán.

Ayer mismo, el Ejército paquistaní difundió un comunicado en el que afirma haber matado a «31 terroristas, varios de ellos extranjeros» y herido a otros 50 en las últimas 24 horas en combates registrados en las regiones de Malakand (donde se encuentra el valle de Swat), Bannu y Waziristán del Sur. Un soldado paquistaní murió y otros cuatro resultaron heridos, según el balance oficial de Islamabad.

Fuentes locales señalaron a France Presse que, en otro operativo, aviones del Ejército paquistaní bombardearon posiciones de los insurgentes, matando a cuatro de ellos.

El viernes, responsables estadounidenses revelaron que Pakistán está preparando una campaña en Waziristán del Sur, donde aviones no tripulados habrían localizado un campo de entrenamiento «de uzbekos y árabes». Según Pakistán, los combatientes de Al-Qaeda son de este origen.

Verano sangriento afgano

El ministro afgano del Interior, Mohammad Anif Atmar, por su parte, señaló ayer que los insurgentes talibán están intentando que el verano sea «el más sangriento de la historia» como demostración de fuerza ante el despliegue de refuerzos estadounidenses.

La violencia ya ha alcanzado niveles de récord en las últimas semanas y los observadores prevén un incremento de la misma conforme se acerque la fecha de las elecciones presidenciales y provinciales del próximo 20 de agosto.