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Maite SOROA | msoroa@gara.net

El avance de la cruzada

Viven y actúan animados por el espíritu de la Reconquista. En tiempos de los Reyes Católicos (¿?) se trataba de echar a los moros por Algeciras y ahora de domar de una vez a los vascos, que se les debieron de quedar despistados durante aquella gesta.

Santiago Abascal, infatigable animador de los cruzados, se felicitaba ayer en «El Semanal Digital» por los avances de sus mesnadas: «Sorprende que sorprenda lo que habría de ser normal. Pero tantos años tratando de cortar amarras con España, `anormalizando' a la sociedad vasca, arrebatándola parte de su identidad, la común, la española, han afectado a nuestra capacidad cognitiva». O sea, que están medio alelados...

Su alegría venía de la mano del gesto de vasallaje de la Mesa del Parlamento de la CAV a Juan Carlos Borbón. Según Abascal, lo que debería ser normal es noticia, porque «lo que ha acontecido en nuestra tierra vasca en los últimos 30 años ha sido excepcional. Hasta tal punto que lo excepcional constituyó la normalidad durante esas ominosas décadas nacionalistas». Las cuatro décadas anteriores no le deben de parecer «ominosas», sino «de una extraordinaria placidez», como canta Mayor Oreja.

También se agarra a la fantasmagórica entrevista de Antena 3 a unos supuestos ertzainas para explicar su alborozo: «Ahora hemos sabido lo que era un secreto a voces. Que los policías autonómicos recibían instrucciones para no perseguir a los delincuentes etarras». Que mire en las hemerotecas.

Pero no se queda ahí. El optimismo sube enteros: «Ahora andamos intentando garantizar algo tan `lujoso' como poder matricular a los hijos en la lengua oficial del Estado, lengua nacional de España y lengua materna mayoritaria de los vascos. Ahora andamos dándole vueltas al cambio del himno y del escudo de la comunidad, símbolos en los que el nacionalismo gobernante había infiltrado su retórica separatista. En fin, que andamos haciendo lo más difícil; que lo normal sea lo normal, y que la desviación política sea lo excepcional». De himno, sin duda, «La Macarena», y como escudo, ¿qué tal el del Real Madrid?

Le queda mucha tarea a este émulo de Pedro el Ermitaño, pero se las promete felices: «Mientras tanto, bienvenida sea la iniciativa de Arancha Quiroga de ir a ver al Rey de España, al Rey de los vascos». En honor a la verdad, debería decir al Rey que coronó Franco. ¿O es que no fue así?

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