Se intensifican los ataques contra inmigrantes en las comunidades lealistas
Del sectarismo contra los nacionalistas al racismo contra los inmigrantes. Ése parece ser la senda de la evolución de la sociedad lealista en el norte de Irlanda, donde un nuevo incidente contra la comunidad rumana reaviva el debate sobre la necesidad de cambio social.
Soledad GALIANA
Más de cien inmigrantes de origen rumano tuvieron que ser acogidos en una iglesia protestante en Belfast ante los repetidos ataques que han sufrido sus viviendas a manos de jóvenes lealistas.
Éste no ha sido el primer incidente contra inmigrantes en Belfast. En el pasado más reciente, familias originarias de China, India y Polonia sufrieron ataques similares en barriadas lealistas de esta ciudad. Y aunque la Policía asegura que no cree que grupos paramilitares lealistas estén involucrados en estas agresiones, parece claro que el racismo ha venido a sustituir al sectarismo que durante tanto tiempo formó parte de la cultura social y política de los seguidores lealistas.
La ministra de Desarrollo Social del Ejecutivo de Belfast, Margaret Richie, anunció que las veinte familias -que ayer se habían alojado en un complejo deportivo- serán realojadas temporalmente a cargo del Ayuntamiento, aunque algunas de ellas ya han manifestado su intención de volver a Rumanía, tras declarar que «ya hemos tenido bastante». Otros han manifestado que no volverán al barrio protestante en el que se encuentran sus hogares. Policías, representantes comunitarios, políticos y funcionarios se reunieron durante todo el día de ayer para analizar la situación y ver cómo ayudar a estas familias rumanas.
El primer ministro británico, Gordon Brown, condenó los ataques, mientras que su homólogo de Belfast, Peter Robinson, los tachó de «deplorables». El unionista Robinson recordó que estas familias habían ayudado a la economía y merecían el respeto de la comunidad. El premier norirlandés añadió que esperaba que la actuación policial sirva para proteger a las familias. El viceprimer ministro norirlandés, Martin McGuinness, aseguró, por su parte, que los ataques eran «un episodio totalmente vergonzoso».
El superintendente de la Policía norirlandesa, Chris Noble, defendió a sus oficiales de las acusaciones de no haber respondido con la celeridad necesaria a las denuncias de los primeros ataques, y pidió la colaboración ciudadana para identificar a aquellos que «participaron en los ataques iniciales», que tuvieron lugar hace semanas y que se han intensifi- cado en los últimos meses. Varios de los evacuados afirman que sus llamadas al teléfono de emergencia de la Policía fueron ignoradas, y que la presencia policial no se produjo hasta la noche del martes, cuando decidieron abandonar sus casas.
Algunos han narrado como varios hombres, algunos armados con pistolas, invadieron sus hogares para amenazarles si no abandonaban el país.
Jolena Flett, consejera del Consejo de Irlanda del Norte para las Minorías Étnicas en cuestiones de Abuso Racial, explicó que el día de su huida, las familias habían sido amenazadas verbalmente y tres de sus viviendas atacadas.
Las agresiones contra familias rumanas se produjeron al día siguiente del ataque contra un acto en apoyo a los inmigrantes del este de Europa, el lunes por la noche, durante el cual varios jóvenes lanzaron botellas contra los manifestantes mientras realizaban saludos nazis.
Los 115 rumanos, entre ellos numerosos niños, que tuvieron que refugiarse anoche en una iglesia de Belfast tras huir de sus hogares por los ataques racistas que han sufrido en los últimos cuatro días serán realojados en viviendas temporales de la ciudad.
Una de las mujeres rumanas víctima de los ataques, que no quiso dar su nombre, aseguró estar muy disgustada y asustada, y dijo haber temido que los atacantes fueran a la iglesia y les mataran. Ahora quiere volver a Rumanía.
El viceministro principal norirlandés, el republicano Martin McGuinness, visitó a las veinte familias, a las que prometió encontrar a los responsables de los ataques racistas, que calificó de «vergonzosos».
Los Veintisiete mantienen sus diferencias sobre inmigración de cara a la cumbre comunitaria de hoy y mañana, de la que los estados mediterráneos esperan un resultado más concluyente. El Consejo Europeo tratará sobre la inmigración tras una petición de Italia, Grecia, Malta y Chipre (apoyados por el Estado español), ante la avalancha de inmigrantes en situación irregular de los últimos meses.
Las discusiones de los últimos días constatan la reticencia de la mayoría de los estados comunitarios a que el reasentamiento de las personas con asilo sea obligatorio en toda la UE, y no voluntario, como ha propuesto Bruselas.
Esta mayoría no quiere comprometerse ahora a un sistema de reparto obligatorio, mientras que los estados del sur quieren algún compromiso para el futuro. Uno de los argumentos de los países reticentes, entre los que figuran Alemania y Austria, es que la inmigración que llega por el Mediterráneo no es la única, ya que desde el punto de vista numérico es más importante la que llega desde el este. GARA
