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Andreu Martín: «El capitalismo de la Semana Trágica hoy se reivindica»


Irene Dalmases | BARCELONA

A punto de cumplirse cien años del estallido, en julio de 1909, de la Semana Trágica, el novelista Andreu Martín publica «Barcelona Tràgica», una época de la que aún ve perdurar el espíritu catalán y un capitalismo salvaje «que hoy se reivindica como bueno e incluso progresista». La obra es una trepidante narración sobre aquellos días en la que deja en el aire algunas preguntas sobre un período en el que la capital catalana, literalmente, ardió.

Martín, considerado como uno de los mejores autores de novela negra del Estado, explica que, como en otras ocasiones a lo largo de su trayectoria, hace unos meses recibió un encargo de la editorial Alisis para que trabajara en un relato que reflejara ese conflicto, cuando se destruyeron la mitad de los edificios religiosos de la ciudad, después de que el gobierno reclutara a reservistas catalanes para la guerra de África. Profusamente documentado, el autor arma su primera novela negra con trasfondo histórico sirviéndose de la ficticia familia de los Estrada, propietarios de una fábrica de ladrillos, y que le proporciona personajes del ámbito industrial, del Ejército y de la Iglesia. Además, ya desde las primeras páginas aparece una niña de baja extracción social que fallece tras ser violada, sabiendo otro de los personajes principales, el humilde cura Feliu, quién ha cometido el terrible acto.

Preguntado sobre qué ha aprendido en el proceso de escritura de la obra, Andreu Martín responde que ha podido profundizar en un periodo que ya conocía de antiguas lecturas y, especialmente, «a dejar preguntas en el aire», porque hay sucesos que no consigue explicarse y cosas que no aparecen en los libros de Historia, lo que refleja en la novela. En este sentido, indica que no acaba de entender por qué el gobierno de Antonio Maura decidió que los reservistas fueran de Catalunya o por qué se optó por el fundador de la Escuela Moderna, Francesc Ferrer i Guàrdia, para que fuera el cabeza de turco de esos días, siendo fusilado después de un juicio militar. Tampoco ve claro Martín, «quiénes fueron los que salieron beneficiados de esa revuelta» y señala que «todo el mundo encendió la mecha y escondió la mano».

Espíritu catalán

«Ahora parece que todo fuera espontáneo, pero no lo creo -añade-, y, es posible, que detrás de muchas acciones, hubiera señoritos de buenas familias dando órdenes». En cuanto a si cree que hay todavía algo que perdure de la época en la actualidad, sostiene el escritor que en la «Barcelona trágica palpita un espíritu catalán que aún perdura, a pesar de los cuarenta años de lavado de cerebro franquista. Asimismo -prosigue-, el capitalismo salvaje que explico en esta obra hoy se reivindica como bueno e incluso progresista, cuando es el paleocapitalismo de la explotación».

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