La ola de atentados que asola Irak en las últimas semanas y que causado la muerte de decenas de personas ha despertado la ira de los iraquíes. Cientos de personas se reunieron ayer junto a los escombros del mercado del barrio bagdadí de Medina al-Sadr, donde el miércoles explotó una bomba que mató al menos a 74 personas, para expresar su indignación y demandar a las autoridades una mejor protección, sobre todo después de que las tropas invasoras estadounidenses dejen las zonas urbanas y se replieguen a sus bases el 30 de junio.

Los iraquíes se reunieron en el barrio chií de la capital, donde la bomba, que además dejó 150 heridos, estalló cuatro días después de que los soldados de EEUU entregaran el control de la zona a las fuerzas iraquíes.

En el último mes han muerto más de doscientas personas en distintos actos de violencia. Ayer, al menos 19 personas fallecieron y otras 45 resultaron heridas por la explosión de una motocicleta cargada de explosivos en una estación de autobuses en el centro de la capital. Fuentes de la Policía indicaron que la explosión tuvo lugar en la estación de Al-Nahda, situada en Bab al-Sheij, desde donde parten muchos autobuses hacia diferentes provincias del país y donde hay numerosos locales comerciales.

El atentado ocurrió a pesar de las intensas medidas de seguridad impuestas por las fuerzas iraquíes tras la explosión del miércoles en Medina al-Sadr.

El primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, intentó tranquilizar a la población al afirmar que las fuerzas de seguridad del país están listas para protegerla, y a los ciudadanos que informen al Ejército y a la Policía de cualquier eventual ataque. «Les aseguramos que el país es más estable y seguro», dijo.