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Izaskun Larreategi Militante abertzale

Programada orgía de terrorismo mediático

Como bien reclama el lúcido intelectual que habita en Alfonso Sastre, militante convencido y comprometido con la causa de la paz, no podemos permitir que nos arrolle el guerrerismo atroz de quienes plantean el conflicto político en términos de «victoria-derrota»

Hay gente, demasiada, empeñada en la tarea de falsificar permanentemente la realidad. Seres abyectos incapacitados, al parecer, para la aproximación a un mínimo sentido de la racionalidad. Porque a través del raciocinio, desde luego, es imposible comprender la respuesta histérica de connotados siervos del poder al texto sereno «La prosa y la política» de Alfonso Sastre. Quizá pueda entenderse reacción tan primaria como la expresión de uno de los problemas que les ha distinguido siempre: vociferan pero no leen. Y no lo hacen porque les renta más fomentar la ignorancia, a sabiendas de que el conocimiento verificable de la realidad es su principal enemigo.

Así, podemos ver estos días la estupidez hecha palabra cuando el presidente del PSOE de Bizkaia, José Antonio Pastor, dice que es «absolutamente inmoral desde el punto de vista democrático» que Sastre «no haya empezado por lamentar ni condenar el asesinato de Eduardo Puelles». Pues bien, ese individuo debe saber que la falta de moralidad y la tergiversación maliciosa están de su parte. Porque Alfonso Sastre inicia su magistral escrito de la siguiente manera: «Una entradilla de urgencia. Apenas terminado este artículo, se ha producido el último atentado -esta vez mortal- de ETA y las respuestas rituales del PSOE y el PP. Todo ello parece cerrar una vez más un círculo vicioso y acreditar que la paz en este país es definitivamente imposible. En tal situación, angustiosa sin duda, yo no puedo por menos de mantener tozudamente mi esperanza y deseo remitir a las ideas que expuse en (...) `Si quieres la paz, prepara la paz'». La inteligencia de Pastor no da, según parece, para entender la pesadumbre que Sastre comunica con sensibilidad exquisita y sinceridad rotunda, y mucho menos alcanza para reflexionar sobre la vía que propone para salir de este infernal círculo vicioso. Con perfil típico de patán fascista señala que Alfonso «podrá ser un gran dramaturgo, pero está absolutamente inhabilitado como demócrata, como ciudadano y como persona». Pero, ¿quién se cree que es? ¿En qué lugar de su escaso universo humano reside autoridad alguna para invalidar a nadie? Su atrevimiento obsceno y desgraciado muestra que no soporta el talento y la calidad humana de Sastre.

Simultáneamente, su colega del pacto de gobierno, Antonio Basagoiti, con la procacidad que le distingue, pide que «se actúe contra ese nuevo disfraz de ETA». Y, como avispado bufón del reino de España, dice: «En este momento ETA está disfrazada de dramaturgo, está disfrazada de Sastre». De inmediato salta la portavoz parlamentaria del PP, Soraya Sáez de Santamaría, insistiendo en la idea de Iturgaiz (hijo de un «cunetero» de Mañeru), para decir que las opiniones de Sastre son «intolerables» y hay que «plantar cara a ETA y a su entorno, que van a acabar donde tienen que estar, en la cárcel (...). Ahora, lo que tenemos que hacer es ponernos todos a trabajar para acabar con los terroristas que no merecen vivir en una sociedad a la que están causando tanto sufrimiento, absolutamente para nada, porque no van a conseguir nada». Para rematar la faena interviene la joya de la Corona, Miguel Bernad Remon, el delfín de Blas Piñar, el hombrecillo sucio de Manos Limpias que interpone una querella. Y, acto seguido, para salir en la foto, el esperpento hecho persona, o sea, Rosa Díez, chapotea en el medio que tan bien domina, el espacio hediondo de la basura. Así se proyectan, prietas las filas a la manera de la «democracia orgánica». ¡Qué horror!

Sin embargo, como bien reclama el lúcido intelectual que habita en Alfonso Sastre, militante convencido y comprometido con la causa de la paz, no podemos permitir que nos arrolle el guerrerismo atroz de quienes plantean el conflicto político en términos de «victoria-derrota». Porque la mayoría de nuestro pueblo, si pudiera expresarse libremente, apostaría, sin duda, por la vía del diálogo y la negociación para la resolución del conflicto. En este sentido son relevantes las declaraciones de Xabier Arzalluz cuando expresa que «El Gobierno, España, tiene perdida la guerra con ETA, al menos con las armas» y, refiriéndose al último atentado, señala que «no han matado a cualquiera, sino a alguien que sabía por donde andaba», apreciación ratificada por el hermano del inspector cuando enfatiza que «Eduardo Puelles no es una víctima sino un héroe, un gudari nagusi». Los medios avalan la percepción de Arzalluz al señalar la trayectoria del alto mando en la lucha contra ETA.

¡Hasta cuándo la insensata estrategia de la perpetuación del conflicto! ¡Hasta cuándo la utilización rastrera del dolor generado a una parte del mismo! ¡Hasta cuándo la impostura de repe- tir que España es un Estado de Derecho!

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