Sistemáticamente van ocupando territorios con la Televisión Digital Terrestre, la famosa TDT. La marea digital se nos va acercando y todavía no acabamos de darle la importancia que requiere. En las poblaciones donde se está produciendo el apagón analógico existen hasta equipos de voluntarios que ayudan a las personas con menos posibilidades a solucionar las dudas. Los ancianos, los que padecen problemas de audición o visión, los analfabetos, necesitan de ayuda para que su viejo aparato de televisión funcione con la nueva tecnología o para adaptar el nuevo a sus costumbres.

Por lo que vamos viendo, se ha tomado este asunto como una cuestión de Estado. Es decir, no se presenta como una mera evolución tecnológica sino que, al implicar los recursos ministeriales, se da a entender que se trata de algo de más importancia que la que realmente tiene. Intentaré explicarme. Si intervienen los poderes públicos es porque tienen asumido, metabolizado y colocado en su libro fundamental del mal gobierno que todo ciudadano debe ser intoxicado lo máximo posible por el mayor número de informativos. Entonces, si a alguien le dejan sin mentiras dos o tres días, pues puede darse a la lectura, a escuchar alguna radio libre que ande por sus ondas y convertirse en un escéptico. Por eso procuran que todos hagamos la transición con la debida celeridad y a punto.

Si lo anterior les parece exagerado, lean las declaraciones del nuevo director de EITB, la de sus promotores, las exclamaciones abruptas de los que mueven los hilos ideológicos de quien aparenta gobernar, es decir de Antonio y sus gaviotas, y verán como si por un lado el lehendakari López no tiene un programa sino una obsesión: ETA, el lehendakari en la sombra Basagoiti lo único que desea es que ETB sea la televisión más española del mundo. La más sectaria. Y tiene buenos modelos: seguro que propone a los destacados de TeleEspe para que den lecciones de patriotismo. Perdón, de periodismo. Es decir, y para resumir, el apagón analógico es una cuestión tecnológica y económica. De momento son más teletiendas y las mismas mentiras. Pero más nítidas y en panorámica.