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Tasio Erkizia militante de la izquierda abertzale

La falacia de la «libertad lingüística»

Erkizia expone algunas de las falsedades en las que se fundamenta la política lingüística promovida por PSOE y PP. La ignorancia y el enfrentamiento social se promueven desde la mala fe, dado que ninguno de los argumentos que se lanzan sobre el euskara tienen base real.

Es totalmente falso el supuesto problema lingüístico que airean constantemente el tándem PSOE-PP en los territorios vascos. Es falso porque no existe ninguna imposición lingüística en Euskal Herria -que no sea la del castellano o el francés- . Además es extremadamente grave porque su maliciosa utilización es causa de una confrontación lingüística de graves repercusiones sociales y con ello intentan ocultar su verdadera intención, que no es otra que impedir cualquier progreso en la normalización del euskara. Al hablar del riesgo de desaparición del castellano o de las supuestas imposiciones sobre los castellano-parlantes se falta a la verdad tan burdamente que solamente la utilizan los que persiguen objetivos inconfesables.

Cuando el PP habla de imposiciones y de trato a favor del euskara y contra el castellano está realizando una manipulación inmoral de las conciencias ciudadanas. Porque si es verdad que nuestro idioma recibe un trato de favor les emplazo a cambiar las tornas y que sea el castellano el idioma que recibe el trato del euskara y viceversa. Sencillamente, les emplazamos a que se obligue a que todo el mundo sepa el euskara y después se le de al castellano todos los supuestos tratos a favor. Las imposiciones de los que habla Basagoiti no deja de ser más que populismo barato de graves consecuencias sociales. El objetivo que persigue el PP es sencillamente perpetuar la política genocida que Franco aplicó para con todas las lenguas del Estado español que no sean el castellano.

Asimismo, PSOE-PP están jugando con fuego al utilizar determinadas dificultades que tiene la sociedad vasca -las normales que surgen cuando de recuperar una lengua «minorizada» se trata- para hablar de imposiciones absolutamente falsas y declarar una «guerra entre idiomas» solamente entendible desde una clara determinación por torpedear un proceso serio encaminada hacia la recuperación de nuestro marginado idioma. «La libertad lingüística» no se puede construir, Sr. Patxi López, descalificando al euskara o simplemente apostando por crear alumnos y alumnas analfabetas en el idioma propio del lugar.

Para que se me entienda voy a situar el problema pormenorizadamente. Veamos:

Ante todo, es necesario remarcar que la normalización de un idioma «minorizado» como el nuestro es un proceso complejo que para muchas personas crea dificultades añadidas. No es nada sencillo recuperar un idioma que no conoce más del 70% de la población. Pero el que sea un problema complejo, en el que se exige un esfuerzo suplementario a la población, en absoluto significa que se trate de imposiciones. Es un tema que exige máxima delicadeza, pero al mismo tiempo seriedad y políticas claras.

Exige máxima delicadeza en su tratamiento porque el proceso de recuperar socialmente un idioma perseguido durante tantas décadas provoca contradicciones y evidentes dificultades. Por eso resulta primordial exigir a todos los agentes educativos, sociales y políticos seriedad para no tergiversar y manipular el tema. Y sobre todo hace falta políticas claras para ayudar a todo el mundo a superar esa dificultad. Política eficaz que conlleva medidas individuales para que en la escuela todos y todas dominen ambas lenguas y medidas sociales para que en la vida cotidiana nuestro idioma sea utilizado tan normalizadamente como el castellano o el francés en todos los ámbitos y extractos de la sociedad.

En segundo lugar, es básico clarificar que bilingüe no es la sociedad en la que se habla dos idiomas sino aquella en la que toda la ciudadanía sepa ambas idiomas, en nuestro caso el euskara y el castellano o el euskara y el francés. Pero, ¿qué sucede en nuestra geografía? Pues que todos conocemos el castellano o el francés pero solamente unos pocos la lengua propia del lugar. En consecuencia, no estamos en un territorio bilingüe ni en igualdad de condiciones. Solamente estaríamos en ese caso si todas las personas conociéramos ambos idiomas, y cada uno tuviera la libertad de utilizar la que quiera pero con la garantía de que los otros entienden perfectamente y, por lo tanto, uno puede comunicarse en su idioma sin tener problemas con los de su entorno.

Si bilingüismo significa que todas y cada una de las personas conozcan ambos idiomas, lógicamente es función de la escuela poner los medios para lograr dicho objetivo. La libertad de utilizar un idioma es real solamente sobre la base de su conocimiento. Porque, ¿cómo pueden ser libres para utilizar el euskara unos jóvenes a los que no se les ha enseñado? Por lo tanto, señores del PSOE, «la libertad lingüística» no estriba en que cada padre elija el idioma oficial que quiera en la escuela, sino en que utilice el que quiera pero una vez adquirido su conocimiento. Ustedes, con la política de potenciar modelos lingüísticos que no garantizan su dominio elemental están usurpando el derecho de los niños y las niñas a saber el euskara y les predisponen a violentar los derechos de los euskaldunes durante toda su vida. Si ustedes apostaran realmente por la libertad de idioma se preocuparían precisamente para todas las personas adquirieran su conocimiento en la enseñanza.

En tercer lugar, en la Euskal Herria actual los vasco-parlantes no podemos vivir plenamente en nuestro idioma. Los euskaldunes estamos lingüísticamente marginados y obligados a vivir en castellano o en francés. No es cuestión de apreciaciones, es un dato objetivo e incuestionable. Cuando nos presentamos en el ayuntamiento de Bilbao, Gasteiz o Baiona, por citar tres de las capitales, culminar una gestión exclusivamente en euskara es casi imposible, a excepción de algún área muy específica. En un juzgado la utilización es tan nula que parece un idioma prohibido. En cualquier hospital nuestros niños y niñas son atendidos en el 90% de los casos por personal que no conoce el euskara. En cualquier establecimiento hostelero el conocimiento es tan escaso que todos los trámites nos obligan a realizarlos en castellano o francés. Los euskaldunes que tenemos como costumbre pronunciar la primera palabra en nuestra lengua estamos expuestos de manera constante a malas respuestas y desprecios manifiestos.

Por último, quiero reseñar que el PSOE sabe perfectamente que hablar en nuestra tierra de «imposición lingüística» es una grave manipulación por cuanto que no responde a la realidad. En lo que a la enseñanza se refiere, es evidente que todo el mundo tiene que conocer los idiomas oficiales y que en consecuencia los métodos y la pedagogía aplicada deben ser los idóneos para alcanzar dichos objetivos. Saben ustedes perfectamente que tanto los modelos A como el B no alcanzan en absoluto los mismos. ¿Por qué siguen promoviéndolas si saben que no valen ? ¿No es un engaño para toda la sociedad? El «trilingüismo» o el reforzamiento del modelo A de los que nos habla la señora Celáa no son más que maniobras que evitan plantear de manera seria y rigurosa un plan consensuado que garantice la progresiva pero real recuperación de nuestra lengua, el euskara.

Los representantes del PSOE y del PP se están pasando. Para todas y todos los que apostamos por una sociedad integradora es hora de levantar la voz. Anteriores regímenes políticos consiguieron minorizar el euskara y los partidos españoles PP-PSOE intentan «democratizar» su progresiva desaparición. Es urgente defender un proceso de normalización de nuestra lengua en todos los ámbitos de la vida privada y pública con determinación y audacia. Sin imposiciones, simplemente con seriedad y firmeza.

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