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La cruel y divertida humillación del «Pagafantas» llega a los cines

El argumento tiene material de sobra para un drama; habla sobre «alguien que no ha podido caer más bajo». Borja Cobeaga, sin embargo, cree que es mucho «más cruel y divertido» hacer una comedia sobre el «Pagafantas», machancando su figura a base de humillaciones. El resultado, un divertido Gorka Otxoa que queda constantemente en ridículo porque quiere saltar la infranqueable frontera entre ser sólo un amigo o conseguir llegar a ser «el novio».
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Itziar AMESTOY | BILBO

Divertida, pero terrorífica. Con el estreno el próximo viernes del debut en el mundo de los largometrajes de Borja Cobeaga, términos como «pagafantismo», «hacer una cobra» o «la postura del lémur» se popularizarán. Las situaciones que envuelven estos conceptos derivan en 80 minutos de una comedia como «Pagafantas» que causa miedo por lo familiares que pueden resultar estos términos -o el concepto al que dan nombre-. Pero el mayor peligro que corre el público es sentirse identificado con Gorka Otxoa.

El actor, conocido por su participación en «Vaya Semanita», encarna a Chema, el «Pagafantas». Todas sus desgracias son consecuencia de que cree que mantiene una relación con Claudia, mientras que ésta sólo le ve como un amigo. El personaje de Sabrina Garciarena, recién llegada de Argentina, adora a Chema; le quiere tanto como a un hermano o, peor aún, como a un osito de peluche. Chema intenta pasar de amigo a novio, a pesar de que incluso su madre, a la que da vida Kiti Manver, le dice que «hay hombres a los que ves de una manera y otros que ves de otra».

Las patéticas situaciones que derivan de esta relación son el esqueleto de la comedia. El director, junto al coguionista Diego San José, no ha tenido ni un ápice de piedad con Chema. «Me interesa la humillación, ante cualquier duda en el guión me preguntaba `¿Qué es los más humillante?'», explicaba ayer Borja Cobeaga en el pase de prensa celebrado en Bilbo. La esperanza, por tanto, no hace acto de presencia. «Como espectador, me hubiera ofendido con un final menos cruel», defendió Cobeaga. El entorno para esta comedia «anti-romántica» es el Bilbo nocturno. Con los coches limpiadores que riegan las calles como compañía, Chema intenta aprovechar las noches de entre semana llevando al límite su frase: «Para salir, los miércoles son los nuevos viernes».

Junto a los protagonistas, «Pagafantas» cuenta con secundarios brillantes. Óscar Ladoire encarna a Tío Jaime, alguien de quien Chema puede aprender, ya que sus más de veinte años como pagafantas de la madre de Chema le han permitido una «matrícula de honor cum laude» en la materia. El actor -que se autodefinió como alguien que, sin dejar de ser joven, ha alcanzado la madurez- valoró como un «regalo» su participación en este proyecto. Por otro lado, como compañero nocturno Gorka Otxoa tiene a Julián López, quien llegará a ser abogado si aprueba el curso en el cuarto intento. El actor se mostraba contento de «haber estrenado» la película, ya que, según ironizó, su anterior aventura en el cine nunca llegó a una gran pantalla. Michael Brown da vida al encantador novio argentino de Claudia.

Por si el público dudara sobre los términos como «hacer una cobra», «el koala» o «el lémur», se han intercalado fragmentos documentales con una estética muy de la Europa de Este de los 80. Nadie dudará, por tanto, de lo mortal que puede resultar un abrazo del koala, que «empeora cuando se acompaña de palmaditas en la espalda» o el «hieratismo del lémur, que duerme con la chica que le atrae sin atreverse» a nada.

Después una intensa promoción con breves pases en varios festivales, su participación en Málaga o la brillante campaña de publicidad viral -parte de la cual se puede conocer en asociacionpagafantas.com- el viernes llega el momento de la verdad, el de conocer la respuesta del público.

EN MÁLAGA

El debut en los largos de Cobeaga consiguió el Premio de la Crítica en el Festival de Málaga. Esto sorprendió al director, ya que abría horizontes de cara a quienes podía interesar la película y rompía la lucha entre público y crítica, «que son -dijo- como agua y aceite».

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