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Raimundo Fitero

Pato mareado

Tras un fracaso en temporada de invierno, vuelve «¡Guaypaut!» a Tele 5 para cosechar otro fracaso, pero esta vez en verano. Llevan años que la adaptación de programas americanos a la realidad física y mental de las audiencias peninsulares no acaba de funcionar, y desde que Ramón García y TVE abandonaron las vaquillas regionales, cuando se trata de hacer esfuerzos individuales ante aparatos con trampas y goma-espuma la cosa no acaba de funcionar.

Conducido con soltura por Carmen Alcayde, una de las presentadoras que acumula mayor número de pinchazos desde que salió del tomate, la fórmula es espectacular, dos docenas de concursantes que se van eliminando con diversas pruebas hasta que quedan cinco en la fase final y de ahí un ganador con quince mil euros de premio. La diferencia está en las pruebas, que son realmente difíciles, que en la entrega presenciada la pasada noche de domingo ninguno pudo completar ni las clasificaciones, ni casi ningún otro periplo de pruebas, por lo que se solucionaba todo por el tiempo empleado, es decir, el que llega antes, gana.

De todas las pruebas planteadas hay una que provoca angustia hasta a los telespectadores. Se llama «el pato mareado» y se trata de colocar a seis concursantes en una especie de balcón con eje central que da vueltas en ambos sentidos a una velocidad bastante importante. Vueltas mecánicas, sí, pero cien en cada sentido, y se ve a los participantes mareados, realmente mareados, vomitando, muy fastidiados. Y algunos, los últimos clasificados se metieron al cuerpo nada menos que ochocientas vueltas. Es, en teoría y en al práctica, un programa con riesgo físico.

Pero si estas pruebas pueden ser más o menos difíciles, el casting es demencial. Quieren hacer una mezcla de todo lo que se ha visto, en amarillo, en rojo, americano o europeo, pero lo que vemos participando son una serie de frikis que dicen, entre otras cosas que lo único que busca es ser famoso o una mujer que dice que quiere ganar para «ponerme unas tetas descomunales». Este es el personal con el que quieren ganar audiencia. Y claro, el telespectador pasa de ellos. Por aburridos, descerebrados y poco competitivos.

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