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Belén Martínez analista social

¿En nombre de qué?

 

Nicolas Sarkozy anuncia que la burka no será bienvenida en el territorio de la República. Lo dice en Versalles. Nicolás se ha convertido en el paladín de los derechos de las mujeres francesas, que al parecer no conocen otra forma de opresión que la proliferación `partout' de burkas, hijabs y nikabs. ¿Querrá pasar a la historia como el guardián supremo de los valores republicanos, aunque actúe como el legítimo heredero del Napoleón de turno?

No es la primera vez que se invocan los principios constitucionales fundamentales y los valores de la República francesa al referirse al burka. El año pasado se desestimó la solicitud de nacionalidad de Faiza M., de origen marroquí, alegando que había adoptado, «en el nombre de una práctica radical de su religión, un comportamiento social incompatible con los valores esenciales de la comunidad francesa, y notablemente con el principio de igualdad de sexos». Faiza, en su defensa, invocó el principio de libertad religiosa garantizado por la Constitución, apuntando que jamás había cuestionado los valores republicanos.

No confío demasiado en la misión de información parlamentaria creada para abordar la cuestión del velo integral. Todo parece indicar que, en los debates que se suscitan, no se está teniendo en cuenta la coexistencia de situaciones diversas: opresión, cuan- do se trata de una imposición; tradición no necesariamente impuesta con carácter continuo y reivin- dicación identitaria sin un contenido propiamente religioso. No se puede liberar a las mujeres sin darles la oportunidad de expresarse. No hay emancipación sin diálogo. No hay libertad con amenazas y con estigmatización.

 
 
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