Relativamente discretos hasta el momento, los Jackson mostraron el pasado domingo su determinación de luchar en todos los frentes: la investigación, la custodia de sus hijos y el testamento. Y lo hicieron a través de la voz del patriarca Joseph Jackson y de su abogado Londell McMillan, en una comparecencia pública sorpresiva en la ceremonia de entrega de los premios de la cadena Black Entertainment Television (BET Awards), que recompensa anualmente a las personalidades afroamericanas más destacadas. Joseph Jackson aprovechó la presencia de la CNN para hacer saber que todavía hay «numerosas dudas» en cuanto a las circunstancias de la muerte de su hijo. «No puedo entrar en detalles, pero no me gusta lo que sucedió», dijo con aire frío. «Para vosotros Michael es un icono, pero para nosotros es nuestra familia y vivirá para siempre en nuestros corazones», agregó su hermana, la cantante Janet Jackson.

La familia no oculta su desconfianza hacia la última persona que vio a Jackson con vida: su médico personal, Conrad Murray. Este último negó el mismo domingo que hubiese suministrado a la estrella del pop un potente analgésico -OxyContin o Demerol-, como afirmaban algunas fuentes. Estas acusaciones son «totalmente falsas», según su abogado Edward Chernoff. Chernoff declaró ayer a la CNN que «no había nada en su historia, nada que el doctor Murray supiese que podría llevar a pensar que su paciente estuviera en peligro de sufrir un paro cardíaco o una insuficiencia respiratoria».

Los resultados de las dos autopsias todavía no se conocen. La primera, realizada el pasado viernes, descarta la hipótesis criminal, aunque los resultados toxicológicos se conocerán en cuatro a seis semanas. De la segunda, encargada por la familia, nada se ha filtrado.